Sentado en el piso del vestuario, con el mechón amarillo teñido en su cabeza, Diego Armando Maradona lanzó una de esas frases que lograron vencer el paso del tiempo. En aquel entonces, Pelusa hizo referencia a su querido Boca, que peleaba el torneo local 1995 que finalmente resultaría esquivo, y dejó en claro que la grandeza de esta institución obliga a mirar primero para adentro y después para afuera.

A pocas horas de un nuevo cruce ante Vélez en la Bombonera, y luego de un resonante triunfo de Racing contra Rosario Central en Avellaneda que mete aún más presión de la habitual, las palabras del histórico número 10 volvieron a salir a la luz: “¡Boca tiene que ganar! Porque Boca tiene que pensar en Boca y nada más”. Como tantas otras veces, el hombre que le regaló alegrías a quienes no tenían nada más que verlo jugar se apareció entre la mitad más uno para traer un poco de tranquilidad y aportar la cuota justa de racionalidad.

Que el equipo del querido Negro Ibarra no luce desde el juego lo sabemos todos. También tenemos bien en claro que la deuda todavía pasa por encontrar la regularidad futbolística que traerá estabilidad para plantarse en cualquier cancha. Pero así y todo sobran motivos para confiar y creer en este Boca, que se plantó en Santa Fe, superó a River en el último clásico, le dio vuelta un partido vibrante al líder Atlético Tucumán, pisó fuerte en cancha de Lanús y dio la cara en Mendoza con varios juveniles en cancha.

El fútbol avanza y la evolución del deporte más popular del Planeta Tierra es constante. Con la camiseta y el escudo ya no se gana más. La receta, al menos para este equipo, parece estar en asumir el protagonismo, ir al frente y entender que para salir campeón importa más lo propio que lo ajeno. Diego lo dejó en claro hace 27 años, Ibarra lo manifestó hace pocas semanas: para lograr el objetivo, primero hay que convencerse.

Con la experiencia de Rossi. Con el hambre de gloria de los chicos que están dando sus primeros pasos en Primera y anhelan su primer título oficial. Con las ganas de seguir ganando del Pipa. Y, por supuesto, con el empuje constante de una hinchada que sueña con una (o varias) vueltas más, Boca deberá poner el pecho y demostrar, una vez más, que como dice su himno, nunca teme luchar.