En esta sección de escritos, donde se reflejan la pasión por Boca Juniors, hoy una entrega que hubiésemos querido no hacer: Los 50 años de la Puerta 12. 

No es fácil escribir sobre esto. De hecho ni siquiera salió publicado en los 50 años, que se cumplieron el sábado 23 de junio, de aquella fatídica jornada de 1968. Pero ante semejante y doloroso hecho, las fechas son un detalle. Merecen las víctimas ser recordadas siempre. Merecemos como Club y hasta como hinchas, dejando atrás los colores, saber qué pasó. Por qué pasó…

Hace 50 años, más precisamente el 23 de junio, River y Boca se enfrentaron en una nueva edición del Superclásico en el Monumental. Aquel día, que podría haber quedado en la historia por lo gracioso dentro de la cancha, quedó en la historia oscura de nuestro país y nuestro fútbol, por la tragedia que aconteció fuera de ella. Ante el 0 a 0, los detalles fueron dos hechos de viveza criolla para cada equipo. Primero el robe de la mítica gorra de Amadeo Carrizo a manos de “Rojitas”; el otro, la posibilidad trunca de abrir el marcador por parte de Madurga, ante la atajada menos esforzada de todas. El arquero de River espero a que el “Muñeco” que se había lanzado solo con la pelota, estuviera cerca para levantar la mano y hacerle creer un off side inexistente. Dicen que ante la entrega de la pelota, los de rojo y blanco se vinieron abajo. Pero lo que se vendría abajo, unos minutos más tarde, fue una pelota humana azul y amarilla.

Al terminar el partido, la hinchada de Boca, que había llenado la tribuna que da a Figueroa Alcorta, empezó a desconcentrarse hasta que las avalanchas, sorprendieron a todos.

El último tramo de la puerta 12 se convirtió en una trampa mortal, por la oscuridad y porque los que seguían bajando no sabían que los de abajo, no había podido salir. El griterío no pudo frenar nada, la presión fue mucha y la asfixia y los golpes también.

Aquel domingo el saldo luego del partido, fue de  71 muertos, 113 heridos y, con el tiempo hasta hoy, ningún responsable condenado por el hecho.

En la actualidad esa boca de salida lleva el nombre de Puerta L (la duodécima letra del abecedario). Ese fue el único cambio. Esa fue la única acción llevada a cabo. Porque hasta nuestros nadie supo qué pasó, los responsables. Ni se molestaron en buscarlo.

Palabra autorizada

Existe un documental necesario y excelente llamado Puerta 12, de Pablo Tesoriere. Con él hablamos para tratar de entender un poco más sobre las versiones encontradas, de qué fue lo que sucedió.

Un registro minucioso, tratando de abordar el tema de la mejor manera, con muchos entrevistados y una característica primordial: Hasta el día de hoy es la única fuente seria, para abordar lo que pasó. En él hablan -entre otros-  Antonio Carrizo, Antonio Rattin, Daniel Onega, Angel Rojas, Norberto Madurga, Silvio Marzolini, René Houseman, Rubén Suñé, Pérez Celis, Pablo Alabarces, Amilcar Romero Eduardo Galeano y Roberto Fontanarrosa. Además de dos testimonios importantes como el del oficial retirado Carlos López y quien era abogado de River por entonces, Ariel Ángel Dasso. Estos últimos para que todas las voces tengan su parte, hablando de la seriedad del trabajo, pero no así en sus dichos.

Existen dos versiones muy marcadas que se tratan en la filmación. La primera –en base a testimonios- que sostiene que los molinetes de ingreso no habían sido retirados y que las rejas metálicas (viejas puertas tijera que se abrían como si fueran corredizas) no estaban abiertas del todo. Hay quienes aseguran que jamás se abrieron. “Las puertas de las tribunas las manejaban exclusivamente los inspectores de la entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Y el partido estaba tan parejo que dos empleados se olvidaron de abrir esa puerta”, afirma Carlos López, ex inspector de la Policía Federal, en el documental. A diferencia de los que dicen que no pasaba nada en el partido.

La otra versión es que la policía se había organizado para “peinar” la salida de los visitantes y así atrapar a la barra de Boca, que había cometido un pecado imperdonable en años donde gobernaba Juan Carlos Onganía: cantar la marcha peronista. Esta versión tomó más fuerza, cuando al año siguiente en el primer Boca – River que se jugó, por primera y única vez las dos hinchadas cantaron lo mismo: “No había puerta, no había molinete, era la cana que daba con machete”. Difiriendo del testimonio oficial del entonces presidente de River Julian Klent, que ante los medios definí lo acontecido como “un hecho desgraciado” donde se había juntado “el resultado incierto hasta último momento y el apuro de todos por llegar a sus casas”.

Mural en la esquina de Palos y Aristóbulo del Valle, realizado por la Agrupación Boca es Pueblo.

Fue tan corta la investigación y tan largo el olvido…

Lo que pasó aquella tarde, se transmite de la mejor manera (porque no hay otra forma de expresarlo) en el documental, gracias a la coreografía de Gabriela Prado. Visualizando los momentos más dramáticos, la asfixia y la desesperación en la salida de una cancha donde la iluminación de esa escalera era nula, suelo resbaladizo, sin barandas ni pasamanos. Podemos imaginarnos semejante escena.

Los bailarines son los hinchas de Boca, pero las víctimas terminamos siendo todos. De hecho, en este documental que ya cumplió diez años y que llevó cuatro hacerlo- lo que más le impactó al director y guionista fue que “tantos años después a la gente le sigue costando hablar del tema. Costo mucho conseguir testigos. También fue difícil contactar a jugadores y dirigentes. El fútbol es un negocio y no se lo quiere vincular con muertes y menos si hay negligencia”.

Pero en el negocio del fútbol, siempre terminan pagando los que menos poder tienen. Así lo demostró la investigación que se llevó a cabo dos meses posteriores a ese junio de 1968.  El juez de la causa, Oscar Melo, ordenó la prisión preventiva de Américo Di Vietro y Marcelino Cabrera, quienes eran el intendente y capataz de River. También ordenó un embargo por 200 millones de pesos contra ambos y contra el club. Pero a fines de noviembre, la Sala VI de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, integrada por Raúl Munilla Lacasa, Jorge Quiroga y Ventura Esteves, sobreseyó definitivamente a ambos imputados y levantó el embargo tanto para ellos como para River. Según ellos, todos los obstáculos habían sido removidos de la puerta. Quejas de damnificados cajoneadas, recurso desistido en agosto de 1969. La impotencia, la bronca y el dolor…

A fines de ese año, la AFA, River y Boca reunieron 32 millones de pesos (menos de 100.000 dólares) para ofrecerles a los familiares a modo de resarcimiento. En 1970 y por haber sido condenados, el club de Núñez y la Asociación del Futbol Argentino estaban condenados a pagarle 140.000 pesos (alrededor de 50 dólares de esa época) a Nélida Oneto de Gianolli y a Diógenes Zúgaro, únicos familiares de víctimas que llevaron la tragedia a la justicia. Solamete a ellos y por un monto irrisorio.

Homenaje y conciencia

El jueves 21 de junio pasado, el documental Puerta 12 se proyectó en el Museo de la Pasión Boquense. Pablo Tesoriere, confesó que “fue muy lindo presentar el documental en Boca y sentir el abrazo fraternal del hincha. Se sienten agradecidos por no olvidar la tragedia”. Parece chiste, pero dos días después el Club hizo mea culpa de la falta de reconocimiento a los hinchas y se comprometieron en hacerlo de ahora en más. Seguro, pero tarde.

Al ver el documental hay imágenes y voces que quedan marcadas. Son golpes que se renuevan, que no claudican. Los zapatos amontonados, en una toma tristísima nos hacen acordar a Cromañón. Los familiares y sobrevivientes que hablan, nos llevan a ese momento. Lo que se escucha, da más bronca por la placa que hay en el Monumental, que está a modo de adorno. No está el nombre de ninguno.

Por eso hay que agradecer a Pablo, que hace diez años presentó un documento revelador. Porque el tono de voz y la forma de decir las cosas del abogado Dasso, no se entienden cuando sostuvo: “La inconducta de la multitud apresurada por salir y condicionada en su retiro por una estrategia de los barras de Boca para mezclarse entre la gente”.

Hay que agradecer y reconocer, porque es consuelo –aunque sea un poco-, es memoria para quienes sufrieron directa o indirectamente esa jornada la negligencia y la injusticia. Y también porque se puede lograr lo que él busca en lo que hace: “documentales que generen debates y logren un espectador activo capaz de generar conciencia”. Además de que con esto, se llegue al fin: “Que no vuelva a pasar”.

Después de mucho tiempo, el director, se animó a dar un punto de vista de lo que pasó: “Al principio veía imposible llegar a una conclusión. Hoy luego de tanto tiempo creo que la negligencia dominó la situación y fueron un conjunto de cosas. Se tardó en abrir la puerta, que luego no quedo del todo abierta, la iluminación de la salida era muy pobre y la montada de Ongania fue muy brava”.

El documental culmina con los nombres de todas las víctimas. Pasan de a poco, pasan pidiendo justicia, pasan pidiendo memoria, pasan pidiendo que no se repita.

Pasan. Pero están. Sabemos que están. Y los queremos recordar y abrazar a sus familias. Pasan, para no irse. Para que también sean estrellas del escudo, para que sean tenidos en cuenta. Para ser homenajeados siempre. Para no olvidarlos nunca. Pasan y de fondo se escucha La Ausencia de Juan Ravioli. Pasan y se oye: Yo desde acá te recuerdo bien/ Veo brillar con fulgor tus pupilas/ No quiero pensar en lo que pudimos ser… Para que veas estoy acumulándote en mí.

Nosotros desde acá los recordamos bien…

Acosta, Omar Adolfo (18); Aguirre, Juan Domingo (17); Alanís, Jorge Roque (21); Albarracín, Pedro (17); Alderete, Roberto César (18); Arce, Eduardo (13); Bonfanti, Héctor Horacio (20); Brancato, Gustavo Aurelio (17); Burgo, Hugo Marco (17); Bustamante, Héctor Segundo (17); Cadera, Carlos (20); Caruso, Néstor Daniel (15); Cuader, Fernando (18); De Luca, Luis Alberto (20); Durán, Rubén Oscar (17); Espinoza, Jos‚ A. (19); Fernández, Paulino (27); Fernando, Juan Horacio (31)Ferni, Julio (15); Ferraril, Julio César (17); Gaete, Irineo (35); Galindo, Néstor (nunca se suministró la edad); Gallo, Julio César (14); García, Luis Alberto (15); Gianolli, Herminio Francisco (32); Goiello, Juan Ricardo (17); Gómez, Carlos Alberto (24); Gómez, José Martín (nunca se suministró la edad); Greco, Benedicto (15); Gugini, Carlos Alberto (15); Iderman, Jorge Hugo Chana (20); Jara, Juan Carlos (14); Landrini, Antonio (18); Ledesma, Ramón Sorpicia (17); Leguizamón, Juan (24); Lezcano, Ramón Esteban (16); Luna, Agustín Cándido (nunca se suministró la edad); Mansilla, Jorge Ernesto Rubén (21); Martini, Alberto Osvaldo (18); Mercurio, Eduardo Oscar (nunca se suministró la edad); Messitti, Roque (26); Mojica, Angel Daniel (nunca se suministró la edad); Montalva, Jorge Alberto (20); Morando, Luis Alberto (23); Moreira, José Ismael (22); Morel, Pedro Ricardo (16); Muñiz, Ricardo Oscar (15); Ochoa, Rubén (17); Paillini, Rodolfo Antonio (nunca se suministró la edad); Pereyra, Domingo (20); Quintana, Alfredo Aldo (31); Quintero, José Ramón (nunca se suministró la edad); Quirós, Delfino o Rufino (26); Raggi, Omar Miguel (20); Ranello, Héctor Omar (23); Ruiz, Raúl Oscar (15); Santoro, Mario Héctor (23); Silva, Rubén Eduardo (15); Simón, Jorge A. (17); Sittner, Juan Aurelio (18); Soria, Rubén (20); Sosa, Elio Baldemar (24); Suárez, Luis Crescendo (nunca se suministró la edad); Sueldo, Delfo Jes£s (26); Tamburello, Antonio Omar (25); Toledo, Nicasio Antonio (24); Toledo, Francisco (19); Treppini, Juan Francisco (27); Troppini, Antonio (29); Von Bernard, Guido Rodolfo (20); y Zugaro, Leopoldo Fernando (35),