En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. En esta entrega, la previa y los festejos por los 117 años del Club, desde La Boca…

En la Plaza Alberdi, del Barrio General Paz de Córdoba, la puntualidad de la gente de Boca se nota y la de “Boca es su Gente”, ni hablar. Son las dos de la mañana del día 2 de abril y está todo dado para la fiesta, por eso la gente se acerca con tiempo. Como lo hacen “Siempre Boca” de Villa Nueva. Todos engalanados para la ocasión y con tiempo, como lo merecen estas fechas.

Son las 2 AM. Varios minutos después de que empezara un aniversario que nos duele y conmueve, cuando nos subimos para ir a otro aniversario que nos emociona, nos calma y nos da vida. En el día Día del Veterano y de los caídos en la guerra de Malvinas, el destino es la casa de las mil batallas (deportivas), que no se comparan en lo absoluto con las que dieron los héroes en 1982. En lo que sí se asemejan es en la perpetuidad de algunos hechos, si tenemos en cuenta la eternidad de quienes defendieron nuestra soberanía.

Enciéndete

Llegar a La Boca es viajar en una especie de Submarino Amarillo, sobre todo después de la victoria del clásico viendo cientos de camisetas de ese color, en homenaje a Casa Amarilla. Ahí, donde los colectivos llegan, se estacionan y no dan las piernas para salir a recorrer nuestro lugar en el mundo.

Mientras se llega hasta el único Barrio de Primera, hay un recuerdo de una canción de TOCH que se llama “Allí estaré” y que en una parte dice: “Ya estoy viajando a tu alma”. Y viajar a La Boca es eso, es viajar al alma de Boca Juniors. Es caminar por Caminito, pero no en modo turista si no hacerlo para impregnarse de ese sendero gigante, donde caben tantos colores y tanta historia. Es el tango que nos canta y que cuenta. Es buscar la Plaza Solís y a veces perderse entre las calles, como si tal lugar no existiera y haya sido producto de un cuento. Porque a veces esta historia es increíble, de saber cómo empezó esa loca idea de cinco amigos y que hoy en día sea lo que nos enloquece a millones y la única idea fija que tenemos en la mente, desde que nos levantamos hasta dormirnos. Es estar donde esté Boca – y si es en La Boca, mucho mejor- ahí en cuerpo y en espíritu, como Rubén quien me llevó a festejar en 2005 y ahora recibe devoluciones de gentileza; David que fue a celebrar su cumpleaños con el de Boca, o viceversa, porque cumple el mismísimo 3 de abril; como Sergio que en su alegría se resume la de millones; como Florencia que acompaña desde la distancia, sabiendo la importancia de hacerlo; como María, que cada vez está más cerca de Boca y es motivo de festejo.

Viajar al alma de Boca es sentarse a comer una parrillada ahí nomás del estadio. Y entender que no es comer por comer, ni para calmar el hambre. Es alimentarse el alma, con el mejor paisaje: La Bombonera de fondo y las hojas del otoño amarillo, jugando a ser la camiseta con el azul profundo del cielo. El alma también es Diego Carreiro, quien canta entre los comensales: Se tenía que llamar Diego, para decir las palabras justas en el mejor momento… Es que cante “Huelga de amores”, porque Boca se fundó para aunarlos a ellos. Esos amores imposibles, que encontraron en el Club una estrella incandescente. La posibilidad de brillar por y gracias a algo. Pero también en su historia llena de victorias, la que es “escrita por vencedores, no pudo hacer callar a los tambores”. Porque Boca siempre fue y será el grito de gol de quienes no tenían voz y la felicidad de quienes no se les permitía sonreír. Boca es Pueblo, desde siempre y para siempre. Es cambiarle la letra a “Déjame que me vaya”, porque a Boca le pedimos siempre que no nos suelte, porque se nos quiebra el pecho de sólo extrañarlo. No le podemos cantar “Déjame que me vaya, a olvidarme tus besos”. Ya Diego, el Diez, lo dijo: “Boca es el beso de mi mamá”.

Boca es todo y más que eso. Es la emoción de un pibe que pisa por primera vez esas calles y su padre lo filma para hacerlo viral, para que nos reconozcamos en él, porque pese a haberlo hecho varias veces siempre, siempre, sentimos todo como la primera vez. Viajar al alma de Boca es como adentrarnos en un agujero en el tiempo, que nos llevará a esos lugares y momentos únicos e irrepetibles, donde fuimos eternamente felices y siempre con Boca como máximo responsable.

Me guardo en tu corazón

Si Boca nos cantase a nosotros, si Boca nos pudiera decir algo después de todo este tiempo a su lado, también cantaría a Toch: “Descanso en tus ojos, mi casa y el tiempo se pasa sintiendo, mirando me guardo en tu corazón”. Porque Boca es eso. El corazón hecho fútbol, hecho Club, y el Club hecho por sus hinchas.

Los dueños de la historia y de las fiestas, siempre, sea cual sea el resultado. Los que juegan en el potrero y pueden guardar la mística bajo los palos; los que ven a La Bombonera y sueñan con tenerla siempre cerca; quienes respiran en azul y oro. Para que el arte nos represente como discípulos de Juan de Dios Filiberto y Quinquela Martín. Porque Boca nos entra por los ojos y los oídos. Porque Boca es lo primero que vemos y de lo primero que escuchamos. Porque el sonido de la pelota y los colores del verde césped, junto con el azul y amarillo son la mejor combinación posible. Porque somos la República dentro de la República, un lugar diferente a todos y parecido a nadie.

Somos la murga constante. Somos como “Los Amantes de La Boca” que representan a todos los que se disfrazan de azul y amarillo, porque de ese modo esquivan a la muerte. Porque esos colores dan vida, dan la pulsión necesaria para que la sangre corra por las venas.

Quienes, a las doce, cuando se cumplieron 117 años de esta pasión tan misteriosa, tan loca, hicieron retumbar los latidos de cada corazón en La Bombonera. Esos que siempre van al ritmo de los bombos, los que siempre conducen al igual que todos los caminos a ese barrio de conventillos, de milagros eternos, de oro saliendo del barro. Como lo es Boca Juniors, como lo fue siempre Boca Juniors.

Y uno se encontró 17 años después, festejando otro cumpleaños en la mismísima Bombonera. Recorriendo las raíces del lugar y de la institución, que nos hecha raíces a millones. Y como en aquella fiesta por los 100 años, repitiendo la canción que resonó todo el día: “Y yo estaré aquí pensando nomás, cuando te veré cuando te amaré”. Boca, siempre estaré viajando a tu alma; viajando hacia vos, que en definitiva sería viajar al alma mía.