Así como en los últimos dos encuentros, especialmente ante All Boys, Boca se entregó fácilmente, frente a Vélez cada jugador dejó la vida y ésa fue una de las razones del triunfo.

Boca jugó bien ayer ante Vélez y por eso triunfó, aunque sufrió en el final más de lo que por su actuación mereció. Se ajustaron cuestiones futbolísticas, eso está claro, el Xeneize fue un equipo, pero no puede dejar de marcarse el cambio de actitud que tuvo el equipo.

Claudio Borghi ya había dicho que éste era un partido clave y los jugadores lo entendieron así. El Fortín llegaba a la Bombonera con todas las de ganar: puntero, puntaje ideal, un equipo formado y un funcionamiento casi irreprochable.

Ni uno de los once futbolistas boquenses dio por perdida ninguna pelota. Matías Giménez y Clemente Rodríguez, con su incansable ida y vuelta, Lucas Viatri, con su ya habitual solidaridad hacia el equipo, Gary Medel jugando a cara de perro y complementándose con el carácter de Sebastián Battaglia son cosas que el hincha azul y oro aplaude hasta el cansancio.

Los tres defensores parecen comenzar a entenderse y además se parecieron a los zagueros que Boca fue a buscar: tres tipos difíciles de pasar. A excepción de los minutos finales, tras el gol que fue producto de una de las pocas distracciones defensivas, el cuadro azul y oro pasó pocos momentos de zozobra.

Otro futbolista que vale la pena destacar es Cristian Chávez. El “Pochi” se las bancó todas. Por mostrar sus mejores dotes de habilidad fue duramente castigado por la última línea rival y fue poco protegido por el árbitro Gabriel Favale.

De todas maneras, siguió insistiendo a pesar de los golpes y fue una de las grandes figuras de un equipo que en la tarde dominguera, esta vez, mostró argumentos futbolísticos y emocionales para ilusionarse.

Hay que ratificarlo en un clásico ante otro contrincante directo: San Lorenzo.