Boca, sin rumbo futbolístico, cayó por 2 a 0 ante Atlético Tucumán. El Xeneize no encuentra el camino correcto en el comienzo del semestre.

Tucumán explotaba en la previa del partido entre Atlético y Boca. Los locales demostraron estar totalmente concentrados en el encuentro y tomaron posesión de la pelota y el partido desde el arranque. Un error de Cáceres, que intentó salir jugando para el medio, dejó la oportunidad latente para los tucumanos que Abbondanzieri se encargó de despejar. Era un aviso.
Los tres de la defensa de Boca daban muchas garantías y fueron aprovechadas al máximo. En una acción de contra, que agarró mal parado al Xeneize, llegó el merecido gol del Decano, a través de un fortísimo disparo de Juan Pablo Pereyra desde afuera del área. Anteriormente, una serie de hechos desafortunados: Abbondanzieri no había podido contener el balón y tres jugadores de Boca no pudieron tapar ni obstruir el remate del tanto. El goleador del partido, minutos más tarde, tuvo otra chance para llegar a convertir pero su remate se fue, increíblemente, por encima del larguero.
Lejos de mejorar, el conjunto de Basile mantenía su técnica de juego a través de pelotazos que partían desde Paletta, en busca de la cabeza de Palermo o de Viatri. Los últimos cinco minutos dejaron ver las mejores pinceladas del Xeneize: un tiro de Riquelme que tapó el arquero; un mano a mano que Marino no pudo concretar, tras previa asistencia del 10 y un disparo de media distancia de Monzón que se fue por arriba del travesaño. El primer tiempo concluyó 1 a 0, reflejando la ventaja de los tucumanos en el campo de juego.
Ingresaron Insúa, Chávez y Noir para intentar dar vuelta la historia. Los locales esperaban replegados en defensa y Boca no se cansaba de chocar contra la férrea defensa que proponía Rivoira. El “Pocho” tuvo su chance pero la pelota dio en el poste izquierdo y salió disparada. La noche era toda celeste y blanca. El decano dio cátedra de efectividad y, en la única jugada de peligro que creó en la segunda parte, sentenció el 2 a 0 final, a través de Escobar, recién ingresado. Una vez más, el equipo del “Coco” fue pura impotencia. Riquelme intentó una serie de jugadas individuales pero ninguna llegó a buen puerto. El arquero del conjunto tucumano respondió las pocas (poquísimas) veces que el Xeneize lo probó.
Boca se vuelve de Tucumán con las manos vacías, sin ningún progreso en lo futbolístico y sabiendo que el miércoles se juega a todo o nada en la Copa Sudamericana ante Vélez. Cómo me duele el Coco…