Hay un canillita en la Ciudad que hoy abrirá su puesto de diarios y revistas con una alegría indescriptible, pese a haber dormido poco y nada producto de alguna mesa larga en la noche de ayer.

Hay una moza en provincia que atenderá a los clientes con la sonrisa dibujada en la cara, sin importar cuánto le dejen de propina o qué cara le pongan cuando vaya a tomar el pedido a la mesa cuatro.

Hay un flaco en el interior que se levantará temprano para ganarse el mango, con el objetivo de llegar un poco más holgado a fin de mes y no sufrirla tanto. El sacrificio no se negocia, pero todo es más simple en jornadas como estas.

Hay pibes y pibas que irán al colegio y pedirán llevar la camiseta abajo del buzo, tal como lo hicieron durante estos años en donde el destino tiraba siempre una de menos.

Hay chicos, padres, madres, algún tío también, abuelos y abuelas que hoy tienen un motivo más para ser felices en medio de esta maldita pandemia que tanto nos sacó. Porque cuando Boca les gana, el dolor y la tristeza se tienen que ir al mazo. ¡A festejar!