La semana del fallecimiento de Francisco Varallo, máximo goleador bostero del profesionalismo hasta el año 2008, no podía terminar sin que su sucesor, Martín Palermo, convirtiera.

En un tibio encuentro de Boca frente a San Lorenzo, por la quinta fecha del Torneo Apertura, habría que haber hecho un gran esfuerzo para encontrar alguna situación que destacar.

Sin embargo, Martín Palermo es de esos jugadores que siempre facilitan la tarea.

Cuando se supone que el máximo goleador de la historia de Boca tiene que hacer un gol, por situaciones particulares, sean personales o históricas, lesiones o recuperaciones, el máximo goleador cumple.

Todos sabíamos, por ejemplo, que aquella noche de Copa, en mayo del 2000, en su regreso post-rotura de ligamentos, el Titán iba a meterla. Y la metió.

O cuando vimos que entraba por Milito frente a Grecia, en Sudáfrica, sólo pensábamos en cómo festejarlo, porque el optimista del gol no iba a defraudar. Por supuesto que no lo hizo.

La de ayer también fue una fecha especial -como aquellas y tantas otras…-, de esas en que suponemos que el optimista va a aparecer. Y tras 682 minutos de sequía, claro, llegó su gol.

Martín, quizás dentro de muchos años, como ayer a cañoncito, la Bombonera también te reconocerá como aquel goleador impresionante, que homenajeó a su predecesor.