Por las que están.

Por las que alientan desde la cuarta bandeja.

Por las que vemos en la Bombonera.

Por las que se comen las uñas pegadas al televisor o escuchando la radio.

Por las que nos abrazan cuando ganamos y comparten nuestra alegría.

Por las que nos entienden cuando las cosas no salen bien y sufren a la par nuestra.

Por la tuya y, por supuesto, por la mía.

Por la de los millones de bosteros y bosteras desparramadas por el mundo.

Por la Vieja, Boca. Hoy, más que nunca, hacelo por todas ellas.