Un día como hoy, de hace 40 años, Boca ganaba el Metropolitano 1981 al empatar con Racing en la última fecha, en La Bombonera. Esa tarde Maradona terminaba lo que había comenzado el 10 de abril de ese año, cuando bailó al rival de siempre: se convertía para siempre en un icono bostero y en una gloria andante con la azul y oro. Pero además Boca le declaraba su amor eterno…

Hace 40 años Maradona ganaba su único título con la camiseta de Boca, pero ha dejado tantas jugadas y fotos simbólicas, que pareciera que hubiese ganado siempre. Y en algún punto esa es la importancia de aquel torneo y equipo comandado por Marzolini. Porque cada vez que queramos verlo feliz de alegría, volveremos al 15 de agosto de 1981…

La llegada del “10”

Hay que ir a inicios de 1981, para empezar a explicar este torneo.

Semanas enteras de una novela que no parecía llegar a su fin, fue lo que se vivió a principios de 1981 para que Diego Armando Maradona vistiese la camiseta de Boca. Los presidentes de Boca (Benito Noel) y de Argentinos Juniors (Próspero Cónsoli) no se ponían de acuerdo, mientras que Diego se ponía nervioso y la gente del “Bicho” se ponía brava: “el plantel de Argentinos tuvo que ir a entrenarse al Club de Teléfonos porque la mano venia pesada en La Paternal: aparecieron diez tablones de la cancha incendiados, una horca pintada con los nombres de Consoli y otros dirigentes de peso y mucha amenaza telefónica”, tal como aparece en la nota de Imborrable Boca y se lee -a su vez- en el Libro de Boca Campeón de El Gráfico.

El “Día D” fue el viernes 20 de febrero, cuando finalmente Diego y Jorge Cyszterpiler llegaron a La Bombonera por el portón del estacionamiento, para despistar a periodistas (tanto que se tuvieron que cambiar de vehículo una cuadra antes).
Esa misma noche se jugó un amistoso contra el Club de La Paternal, con un Diego abrumado y casi lesionado, producto del estrés de todos los días previos y por un por un tirón en su último entrenamiento con Argentinos. Maradona jugo el primer tiempo para su anterior Club y el segundo tiempo para Boca, en lo que fue un aluvión de flashes, presgiando lo que se vendría. Esa misma noche el amor con Boca comenzaba. Diego ya declaraba para endulzar el oído de los de azul y amarillo: “…ojalá todos los clubes tuvieran una hinchada como la de Boca. Es sensacional. Comprendí cuánta grandeza tiene el día que jugando para Argentinos le metí cuatro goles en cancha de Vélez. La hice cuatro y esa hinchada me ovacionó…”.

Camino a la gloria

El debut fue tan sólo dos días más tarde frente a Talleres de Córdoba, en lo que fue la primera vez que Boca debutó en un torneo por la mañana. Aquel 4 a 1 con dos goles de Brindisi y dos de Diego, empezaba a darle la razón a Marzolini que decía que Boca tenía el ancho de espadas (por el 10) y el cnaho de bastos (por el 9).

En la segunda fecha en un 2 a 2 contra Instituto de local, Gatti se lesionaría y una fecha más tarde le tocaría al mismo Diego, en una victoria frente a Huracán. Allí se empezó a armar un equipo, más allá de un plantel de jerarquía. Boca empezaba a sobrellevar dificultades: aparecería Carlos “La Pantera” Rodríguez en el arco, que fue clave en varios partidos y le dejaría su lugar al “Loco” recién a cinco fechas del final.

En los cuatro partidos que Maradona faltó por su desgarro, Miguel Ángel Brindisi se anotó como uno de los estandartes de ese torneo. Sin el Pelusa, Boca no perdió y “Miguelito” clavó goles vs Platense, Sarmiento en Junín, Unión y San Lorenzo y en la vuelta del “10” frente a Newells en un 2 a 2. Ese empate parecía un detalle, sobre todo después de la fecha 9 cuando le ganó a Independiente en Avellaneda, y más aún en la siguiente cuando despachó por un 3 a 0 a River en lo que fue una de las noches más históricas de los clásicos y de Maradona jugando en La Boca. Boca era Gardel, no desafinaba y parecía que enfilaba sin apuros de los perseguidores hacía la estrella.

Luego vino la única derrota en esa primera rueda del torneo vs Velez, pero que no preocupó porque salvo los empates contra Ferro en la fecha 15 y Racing en la 17, fueron todas victorias: contra Argentinos en casa, contra Estudiantes en La Plata, contra Colón y Central de local. Boca era una tromba, Maradona metía golazos, pinceladas mágicas como contra los santafesinos; Brindisi era pura efectividad; Perotti, Escudero, Morete, Benítez, también se anotaban en la red y la ilusión decía presente en La Candela y no se ocultaba. Cuatro unidades lo separaban de Ferro, empezaba la segunda rueda y el esperar que todo siguiera tan bien encaminado…

Ese Boca que por momentos deslumbraba, que tenía una conexión envidiable entre sus delanteros, con fútbol de alto vuelo pero respetaba la tradición bostera que descansaba en una defensa con Pernía, Ruggeri, Mouzo, Córdoba, por momentos Passucci y tenía buen pie y actitud en la mitad con Benítez, Krasouski y el complemento de Escudero y Perotti, empezó a flaquear.

El segundo tramo arrancó con un punto en dos partidos, en sus visitas a Córdoba, algunas victorias, que no impedían la persecución de los de Caballito, ni siquiera ganándole a San Lorenzo por goleada o a Newells en Rosario. Boca fue puro empate de la fecha 26 hasta la 29 y un mar de dudas cuando de cara a la fecha 30, ya compartía la punta.

La confianza de y en Diego

El desgaste de los partidos amistosos entre semana se empezaba a sentir. También la bronca de la hinchada que no veía muy bien que se le escapara el torneo a un equipo, que pese a todo pensaba que era campeón, por lo menos eso le había confiado el técnico al PF Habegger, luego de su visita a la lepra, el 24 de junio: “Gustavo andá pensando en qué gastar la plata de los premios. Vamos a salir campeones, te lo firmo ahora”. Antes había aplastado unos vasos de plástico en la charla técnica, para motivar a sus jugadores, haciéndoles creer que eran los jugadores rojinegros, pero menos de un mes después de ese episodio, sucedió otro que les haría entender que no todo estaba tan bien.

Sábado 18 de julio. Faltan dos días para el Día del Amigo, pero los que no quieren amistades menos la van a hacer si se les enquilomban sus cosas. El plantel está en La Candela preparando el partido vs Estudiantes, cuando diez autos llegan al predio de San Justo. Treinta tipos armados entraron a pedir explicaciones y a “batirle la precisa” a los jugadores. Era La Barra de José que anticipaba que si se perdía el torneo, la bronca no la paraba nadie. Quiso hablar Maradona, pero no lo dejaron. “No, con vos Diego no. No es nada con vos”. Entonces tomó la palabra Mouzo, el otro capitán, diciendo que iban a ganar. Cuando pudo Diego tiró que el grupo estaba bien y si no lo estaba después de ese acontecimiento, se vio fortalecido.

En una mesa, Hugo Gatti se reía de la situación y decía: “Miren todo el lío que se armó porque yo salgo con la Primera de Boca”. Es que a cinco fechas del final el “Loco” volvía y cuando volvió la locura en su máxima expresión: A los 38 minutos le gana a Hernández una pelota dividida fuera del área; el avance del loco es por el lateral izquierdo, no sabe si dársela a Córdoba o seguir, cuando decide lo segundo ya elude a Trama, pero no los aplausos de la cancha y los nervios de los presentes; cuando llega a la mitad de cancha, se la deja a Perotti quien sale corriendo en dirección contraria: el delantero para seguir la jugada, hacer la individual, superando a Herrera por el mismo costado de la cancha y clavar el gol; el arquero para volver a su arco y recibir la ovación.

La visita a Santa Fe fue polémica porque el partido no terminó en los 90 -abandono del local-, pese a que el partido había terminado en los goles de Escudero y Perotti. Talleres le empataba a Ferro en Caballito y Boca llegaba al cruce contra los de verde un punto arriba y en una Bombonera totalmente colmada.

El 02 de agosto se dio el paso clave hacia el título y el pase clave de Maradona para el objetivo. En un partido muy trabado, Maradona se iluminó en el minuto 80’. En una jugada muy parecida a la que le serviría la pelota a Burruchaga para ser Campeones del Mundo en el 86, acá se la daba a Perotti para ser campeones en “su mundo” en el 81. Corrida gloriosa del “Mono” para enfrentar a Carlos Barisio. Minuto 81, un toque al costado para ganar el Metro 81. La mejor avalancha de la historia de fondo. Lo imborrable, en medio del barro…

El aguafiestas en Arroyito fue el horizontal. Maradona estrelló su penal en el travesaño y con este las ilusiones de festejar frente a Central, porque Ferro empataba en 3 con Huracán luego de ir ganando y cedía puntos y chances.

La consagración

Sábado 15 de agosto de 1981. No entra un alfiler en La Bombonera. Boca tiene todo para campeonar y además tiene a Maradona. Tiene un técnico que no tenía experiencia, pero era un hombre de Boca. Antes dirigó a All Boys, ahora a todos sus chicos que están a punto de convertirse en hombres de la historia.

Tiene a los 11 que esperan dar la vuelta con Gatti; Suárez, Ruggeri, Mouzo, Córdoba; Benítez, Passuci; Brindisi; Escudero que saldrá por Trobbiani, Perotti y un tal Maradona. Tiene una lluvia de papeles que no deja ver las líneas de cal y sus líneas en la cancha ordenadas por Mouzo; tiene la fiesta preparada sin saber que se va a personalizar en un ruludo que lleva la diez en la espalda, esa que el primer partido fue con tiras blancas, pero ahora es algo macizo, un símbolo y una marca registrada que quedará para siempre. Tiene las bandejas que se vienen abajo, cuando lo bajan a Maradona en el minuto 41, después de un pase de Brindisi; y que enloquecen con la tranquilidad de Diego para abrir su pie zurdo y dejar descansar la pelota junto al palo derecho del arquero que se tira al otro lado. Tiene el engaño del mago, que nunca va a engañar lo que siente y nos haría explotar cada vez que volviese a su casa, a esa casa que hizo explotar por primera vez en su presentación el 20 de febrero de ese año, pero que lo llevó hasta el éxtasis ese 15 de agosto. Tiene 4 estrellas en el pecho, en lo que fue y será la camiseta más hermosa de la historia, para vestir al mejor. Para que esas estrellas brillaran más fuerte y aguantaran no salir despedidas, por el corazón hinchándose de amor y gloria.

Tiene a Diego arrodillándose, veinte años antes de hacerlo en su despedida. Tiene al Diego sin equivocarse aún y festejando por no manchar a la pelota, si no por darle alegrías y con eso alegrar al pueblo. Tiene al plantel eufórico, en andas como el 10, que será la tapa de todos los diarios, que además señalan que San Lorenzo descendió. Tiene al Diego empezando a hacer más grande al único grande. Tiene a Diego en las alturas, con la gloria y en la tierra, en la cancha a los miles de hombres que aman al Señor de rulos. A todas las personas que salen a festejar, que el que vino de Argentinos es más argentino que nadie y más bostero que ninguno. A todo el pueblo emocionado y agradecido, que empieza a ponerle el título de D10S al pibe que festeja y cumple su primer gran sueño. Que empieza a festejar el único, eterno y jamás olvidado título que ganó D10S jugando en Boca…