Al igual que en el Clausura, Boca empató 1-1 ante River y Palermo y Gallardo fueron los que convirtieron los tantos.

Cancha llena, corazones a mil, las cábalas, la camiseta, el gorro, la bandera y la vincha. Cada uno con sus rituales, en la cancha, en la casa, en el colectivo, en el trabajo o en donde hubiese una radio o un televisor. River-Boca, como es costumbre, una vez más paraba el país y, tenía pendiente a gran parte del mundo. No por nada es una de las diez cosas que uno no debe dejar de ver antes de morir, según una encuesta de una prestigiosa revista.

16.15. Todas las palabras quedan a un lado y arrancan 90 minutos de adrenalina. El local arrancó mejor, dominando el encuentro y complicando a Boca con los movimientos constantes de Buonanotte por todo el frente de ataque. Parecía darle fruto a Astrada la apuesta por el juego de los bajitos por sobre el de un nueve de área. De media distancia probó Domingo, pero su remate se fue apenas desviado, muy cerca del palo derecho de Abbondanzieri. Boca también intentó desde lejos, por medio de Rosada, pero fue un tiro sin complicaciones para Vega.

A los 23 minutos, Buonanotte recibió una pelota, la bajó con la parte superior de su brazo izquierdo y nuevamente usó su extremidad para acomodarsela para su mejor perfil. Monzón lanzado a la carrera lo derribó y Laverni sancionó penal. El defensor de Boca cometió la falta, de eso no se duda, pero con anterioridad, el número 30 de River se había llevado ilegalmente el balón. Se hizo justicia: pateó Ortega y Abbondanzieri le tapó el remate. Todo seguía igual.

Cuatro minutos más tarde, Gallardo cambió tiro libre por gol y adelantó a River, que era más que su rival. Boca estaba impreciso y no tenía idea alguna, todo culminaba en deslucidos centros en busca del delantero enmascarado, Martín Palermo. En el cierre de la primera etapa, los defensores se cargaban de amarillas de los dos bandos: Paletta, Sánchez y Villagra.

Medel ingresó por Ibarra, que había sufrido una lesión en la primera etapa y no podía continuar. Apenas había transcurrido un minuto de la segunda parte cuando el lateral izquierdo de River, Cristian Villagra, vio la segunda amarilla, tras una dura entrada a Gaitán que se quería escapar para un contraataque. Cuando Boca parecía renacer a partir del hombre de más que tenía en cancha, Cáceres cometió un error infantil y, tras recibir un golpe de Ortega en la cabeza, le devolvió un manotazo. Laverni equilibró la balanza, solamente vio al defensor Xeneize, y lo expulsó del campo, mientras que el delantero local fingía un golpe en el rostro, que nunca existió. El árbitro buscó el mínimo contacto para poner parejas las cosas: 10 vs 10, todo como antes.

Boca era cada vez más dueño del partido. Gaitán realizó una formidable jugada individual, dejando en el camino a cuatro marcadores, y sacó un fortísimo remate que contuvo de gran forma, Vega. Insúa insinuó con un disparo desde lejos pero fue fácil para el ex-Chicago; Riquelme hizo lo propio, exigiéndolo al arquero tanto que la tuvo que tirar al tiro de esquina. Estos eran avisos, que en el minuto 18, se concretarían: recibe Riquelme de Gaitán y, con un excelente taco, asiste al goleador Palermo (ahora sin máscara) que, de tres dedos, pone la pelota en un lugar inatajable.

Ya había ingresado Coronel por Gallardo para poder reorganizar la defensa nuevamente. Con River replegado totalmente en su campo, Boca movía la pelota y buscaba ampliar el marcador. El enganche xeneize tuvo dos tiros libres: uno se fue alto y el otro encontró una gran despuesta de Vega, que otra vez le ahogaba el grito. La movilidad de Gaitán fue una pesadilla en la segunda etapa para los de Núñez, pero el mediapunta no estuvo fino en la definición. Los locales, de contra tuvieron una situación muy clara en los pies de Abelairas, pero el remate dio en el poste izquierdo de Abbondanzieri. La última estuvo en los pies de Chávez que no pudo definir cómodo, sino hubiera sido el gol de la victoria para Boca.

Quedaron a mano, pardas, un tiempo y un tiempo, cada uno con sus armas. River dio todo lo que tenía, más que esto sus jugadores no pueden rendir; Boca regaló un tiempo, después se despertó y pudo liquidarlo. El empate siempre deja un gusto amargo, más porque los tres puntos servían para seguir prendidos en la punta. River, deberá seguir esperando para cortar la racha negativa de cuatro partidos sin victorias ante el conjunto azul y oro (2 empates y 2 derrotas), que recién llegará en el Clausura 2010.

River 1 – Boca 1

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