Luego de la movida con Riquelme, el DT tendrá una prueba de fuego en el choque ante All Boys, donde sólo el triunfo lo salvará de una catarata de insultos.

Se la jugó, como pocos, como nadie. Julio César Falcioni consideró que su equipo funcionó mejor cuando Juan Román Riquelme estaba afuera y con las agallas que ningún otro director técnico de Boca tuvo, sacó al 10 del equipo titular y hasta del banco. Una movida muy polémica de la que podrá salir vivo solamente con un resultado a favor. No la tendrá fácil ya que enfrente tendrá a un All Boys motivadísimo que viene de vencer a Vélez.

Cualquier partido que se pudiera haber planeado en la previa queda totalmente de lado con el nuevo panorama xeneize. Es que cada vez que pasa algo con Román todo en el Mundo Boca cambia. El conjunto de Floresta confirmó la presencia de Ariel Ortega en el campo de juego y saldrá a aprovechar el clima de guerra que seguramente tendrá la Bombonera. Será entonces la obligación de Falcioni llevar a su equipo a la victoria para evitar los insultos, las críticas y la ovación para Riquelme, quien seguramente esté presente en la platea del Alberto j. Armando.

Si le va mal se podrá decir que él sólo se cavó su propia tumba, ya que habrá tolerancia cero de parte de los Riquelmistas para con un mal resultado (empate o derrota) y todo indicaría que según el calibre de la caída será el tiempo que le quede como entrenador. En contraposición si se queda con los tres puntos, habrá salido airoso de una batalla definitoria. Nadie podrá pedir por el retorno del 10 cuando sin él en cancha se habrían cosechado dos triunfos uno en un clásico y el otro ante el verdugo de Vélez.

Las cartas están sobre la mesa sólo falta el pitazo inicial para ver si la revolución planteada por Falcioni logra su objetivo o si el jugador del pueblo (xeneize) se gana el retorno a su puesto.