El capitán de Boca le dedicó un mensaje al comentarista luego del partido. El motivo.

Finalizado el empate en Bolivia, Carlos Tevez analizó el partido en Fox Sports. Y luego aprovechó para hablar con Diego Latorre.

“Quería agradecerte por lo que escribiste, me hizo reflexionar mucho”, le dijo el capitán de Boca al exjugador devenido en comentarista de fútbol. Se trata un artículo de Latorre en el Diario La Nación titulado “El desafío de Carlos Tevez: lograr que el cierre de su carrera esté a la altura de la leyenda”.

En la nota se habla de la última etapa de un jugador profesional y de cómo encarar esa última fase de la carrera futbolística. Al parecer, a Carlos lo motivó y haya sido uno de los aspectos que lo hicieron cambiar el chip para el 2019.

EL TEXTO DE LA NOTA

La última etapa de un jugador antes del retiro es un momento traumático. Uno sabe que viene el vacío, el final. Hay un dejo de melancolía, mayor cuanto mayor ha sido la gloria que viviste, y la acompaña la obligación -no siempre fácil de satisfacer- de aceptarse en el declive para poder sobrellevar el día a día. Es una sensación amarga que se te incrusta en el cuerpo (no siempre, no a todos, muchas veces cuando el retiro ya se consumó) y contra la que se debe luchar para no caer en el mal humor, en una especie de angustia existencial por saber que esa gloria, ese pasado, ya nunca van a volver.

Quien esté viviendo esas circunstancias necesita, por sobre todas las cosas, un entorno amable en el que su paz no se vea perturbada. Ya no existe la motivación ni la mirada a largo plazo de aquel que contempla o imagina cómo puede ser su carrera sino la visión del que está terminándola, y para creer que vale la pena continuar entrenándose todas las mañanas precisa la gratificación de disfrutar de un clima pacífico, alegre, cordial. En definitiva, sentirse feliz.

Sinceramente desconozco si Carlos Tevez se siente pleno y feliz en Boca. En realidad, ni siquiera sabemos si estamos ante su último año como futbolista. Lo único evidente es que se trata de un caso muy especial, diferente respecto a otros jugadores que se van acercando al momento del adiós. Un caso donde se combinan una serie de adversidades poco comunes para alguien considerado ídolo y patrimonio sentimental de un club.

Secuencia de imágenes
Son tantos los episodios sucedidos en torno a la vida de Tevez en relativamente poco tiempo que resulta laborioso enumerarlos. Desde el día que se llenó la Bombonera para recibirlo hasta esta actualidad donde parece haber perdido el consenso absoluto de los hinchas xeneizes han pasado hechos tan contradictorios como su juego desequilibrante del principio, su inoportuna marcha a China, su discutido regreso, las derrotas con River, esa final de la Copa Libertadores en el Santiago Bernabéu en la que casi mendigó jugar, este momento en el que parece no tener ni siquiera el derecho a atravesar un período opaco, porque si juega mal 15 minutos al siguiente partido entra Mauro Zárate como titular.

Tevez ha superado pruebas tremendamente exigentes en su deambular por el mundo. Ahora afronta un desafío que si bien no es imposible, sí que parece demasiado grande: lograr que el cierre de su carrera esté a la altura de la leyenda que construyó, con el añadido de hacerlo en un escenario en el que no hay espacios grises. Solo bajará del mismo siendo héroe o villano.

Soy de los que piensan que a Tevez todavía le queda fútbol para entregar en una cancha. Sería injusto pedirle que sea hoy quien fue hace diez años porque ya no tiene la explosión de antes, ni los mismos atributos, pero mantiene la sabiduría y el valor agregado que lo convirtió en un futbolista especial. Simplemente necesita de un equipo que lo respalde y lo ayude a reconvertirse. También de un entrenador que le hable claro, lo trate con honestidad y no le mienta. Lamentablemente, casi nada de esto se da hoy en Boca.

En los lugares donde la exigencia es máxima no hay refugio seguro durante mucho tiempo. Tevez está en un sitio con esas características. Boca vive un clima enrarecido, contaminado por la sensación de que la oportunidad ya pasó, y que ahora toca remar desde muy abajo para tener que llegar muy arriba. No es, sin duda, el más propicio para quien ya divisa la despedida.

Volver a sentirse decisivo
En su etapa final, el futbolista busca el confort pero también el punto en el cual pueda volver a ser el niño que sentía el placer de jugar con libertad y alegría, y que quizás pudo haber perdido, arrinconado por el hiperprofesionalismo, la entronización de ganar por encima de cualquier otra cosa, el consumo, la fama, las obligaciones…

¿Sentirá hoy Tevez esa felicidad, aun estando en el lugar donde fue ídolo y en el que ha elegido estar? ¿Jugará con la libertad necesaria para rendir al máximo? Parece difícil cuando ni siquiera cuenta con las herramientas para enfrentarse a las contrariedades en la cancha, porque el equipo no está, porque en el ambiente se respira frustración y rabia.

Siempre se ha tenido una mirada amable con el viejito de la esquina que uno vio envejecer. Al hincha que siente a uno como propio le pasa algo parecido cuando percibe que va decayendo. Lo ve con una mezcla de ternura, agradecimiento y comprensión. Pero en estos tiempos de vorágine y rivalidad, cuando se suceden episodios como los que vivieron Tevez y Boca en los últimos años, esa mirada tiende a perderse.

Hoy, los éxitos y las derrotas se han personalizado. La gente cree que primero gana o pierde un jugador y después el equipo, y el más señalado es el exitoso, el de más influencia y que despierta más expectativas. Algo así le pasa a Messi en la selección. Entonces, si el hincha entiende que ese jugador falló o no estuvo a la altura, la amabilidad se evapora.

En esa encrucijada anda Tevez. Y lamentablemente, hoy por hoy no se sospecha que cuando decida jugar su último partido pueda levantar los brazos e irse feliz, sintiendo la adoración de su gente. Sería una pena y confieso que me provoca cierta tristeza. Ojalá me esté equivocando.

La nota completa: https://www.lanacion.com.ar/2220711-el-desafio-carlos-tevez-lograr-cierre-su