Martín Palermo no se quedó solo en la búsqueda de su gol, también fue importante para la tarea colectiva del equipo, una faceta que no se le veía hace bastante.

Un goleador vive del gol, por eso lo que inmediatamente se nos viene a la cabeza cuando hablamos del partido de Martín Palermo frente a Huracán es su vuelta a inflar la red de un rival. 953 minutos pasaron entre gol 230 y el 231, pero también el Titán fue importante en la actuación colectiva del conjunto.

No es la primera vez que vemos un Palermo solidario, pero es innegable que hacía bastante no observamos al Loco pivotear con tanto criterio, ser una opción clara y ganarlas todas de arriba para asistir a Pablo Mouche, Cristian Chávez y Nicolás Colazo, sin contar que también estuvo preciso con los pies.

Las pruebas más claras de estas afirmaciones están en los dos primeros tantos, convertidos por Chávez y Colazo. En el 1-0, el Titán asistió por encima de los defensores a Mouche, quien sacó un frustrado remate al arco, que de tan malo le sirvió como asistencia al “Pochi”. En el 2-0, Palermo arrancó la jugada con un cabezazo para su compañero de dupla, que eligió jugar con Colazo, futbolista que luego definiría de gran forma.

Y como no había ocurrido en el resto de los partidos del Clausura, tuvo muchas chances para convertir. En algunas le faltó una dosis de fortuna, como cuando cabeceó un centro pero estrelló la pelota en el travesaño, y en otras se equivocó en la resolución, por ejemplo, con el encuentro ya 2-0, quedó mano a mano frente a Gastón Monzón, lo quiso gambetear, se enredó con la pelota y le terminó pegando algo incómodo. Casi se mete, pero le sacaron el tiro en la línea.

Lo más importante es que volvió al gol, porque un delantero tiene que convertir. Pero Martín Palermo además jugó un gran partido y fue muy útil para la actuación colectiva.