Foto gentileza @LuletRocks

En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. En esta entrega, #112AñosPasándolaDePrimera.

Se trata de tutear a los sueños. De mirar para arriba, al costado, o abajo y saber que hay un abrazo. Anónimo o conocido, no importa. Porque en ese lugar, nuestro lugar, es andar riendo por los rincones de la vida, perder miedo a la muerte, ganarse el orgullo de tiempo, saber que en nuestros días glorias se puede lentificar. Que esas cosas no las genera cualquiera…

Se trata de defender al barrio, a la familia, la casa, la esencia y existencia. Saber que no son frases hechas, para eso están los que no entienden nada -ojo que de esos también tenemos-. Es la calle donde gritamos desaforados, revoleando los deseos por el aire. Se trata del orgullo que se traspasa por generaciones. Es trascender tiempo y espacio. Porque como escribió Hamlet – Lima Quintana en su “Zamba para no morir”: “En el hijo se puede volver, nuevo…”. Y entonces, en algo que es tan difícil de contar como es el amor, Boca es la mejor explicación para los que vengan. Pero no cualquiera. El más fuerte y fiel.

Se trata del orgullo embanderado, sentir nervios a la distancia, es acercarse al lugar y sentir el mismo cosquilleo. Siempre pasa. Es el llorar sin importar sexo, es el enamoramiento constante, sin dar tantas explicaciones. El poder andar con sonrisas anchas cuando nos topamos con alguien o algo de lo nuestro. Es la vida por los colores. Es el color de la eternidad.

Se trata de los cinco pibes que fundaron a un Club, por querer pertenecer a algo. Y no sabían que era pertenecer, a uno de los emblemas más grandes de la historia universal. Coser estrella por estrella, al costado más hermoso del pecho. Se trata de nuestro norte y nuestro sur, el lugar en el mundo.  Las ganas de adelantar la semana y pedir que se alargue el domingo. Pase lo que pase o sea como sea, que el sol pegue en las frentes y espaldas o que las gotas desgasten al cuerpo, pero no al alma. Porque “Desde el alma” no creamos y nos mantuvimos. Esa es nuestra mejor forma de bailar en las tribunas, con las manos en alto queriendo tocar el cielo. Ese al que Boquita nos lleva muchas veces, nos eleva pero sin bebidas comerciales, lo hace con esa especie de elixir que nadie podrá entender. Solo los que lo sienten.

Es la bandera sueca abriendo paso en el Riachuelo, como cuando se transformó en nuestros colores para abrirse paso en Europa, en las demás canchas, en los otros continentes. En ese camino que está en medio de nuestros pechos, como un barco que suelte anclas en nuestros primeros días de vida, en los primeros años de nuestro camino por este mundo.

Es el viejo, esa figura que a través de las décadas ha ido cambiando, aggiornándose a los tiempos que corren. Ahora más cercanos que antes. Pero inclusive en aquellos viejos tiempos, la forma de llegar al heredero era con una banderita azul y amarilla.

Se trata de correr en la infancia con el relato a cuestas y nombrando a cada uno de los ídolos. De los gladiadores que nos han representado, que han cumplido ese anhelo desde siempre. Ser amados por la mayoría del país y odiados por los otros. Marcar un gol en el Templo y que el rugido sea más fuerte, que no solo atemorice a los rivales sino a la parca.

Se trata del día a día. Donde cada minuto se transforma en pensar que pasará en los 90’ del fin de semana. La poesía, la mejor música, la danza más conmovedora, la combinación de tonalidades que se asemeja a la perfección. La mejor película, lo mejor que se haya hecho.

Es nuestra carta de presentación frente al señor de los tiempos. Que entenderá querer volver a respirar unos minutos, para darnos una vuelta por La Bombonera. Nuestra identidad frente a los que no entienden el pertenecer, el echar raíces, el abrazar más que con los brazos, el llorar con mi padre y no querer mirarnos. El estar por encima del destino, lo mejor que nos pudo haber pasado.

Se trata de tutear a los sueños. Y decirles gracias. Andar riendo por los rincones de la vida –pase lo que pase-, perderle el miedo a la muerte, ganarse el orgullo de tiempo por este amor perpetuo…

Se trata de sentir. Porque por más que pueda escribir, no encontraré las palabras adecuadas. No se han inventado. Porque se trata de Boca Juniors. Con todo lo que eso significa.

Felices 112 años, Boca Juniors querido…