La gente copó las tribunas.

En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. En esta entrega, la eliminación con Central.

Quiso el destino, o el círculo azul y amarillo que se volvieran a cruzar 363 días más tarde. Boca y Rosario Central, en menos de un año se volvían a ver las caras en el mismo lugar donde ocurrió todo lo que ocurrió. Veníamos del año electoral, de las palabras de Riquelme sobre el “hacer de todo por ganar las elecciones”; de Ceballos; del morbo; de saber que Central es un equipo que ha logrado menos de lo merecido, por lo demostrado dentro de la cancha; de… Habíamos pasado las novelescas tardes de panelistas que gritan, de periodistas que alarmaban por esto y lo otro, de una fecha que se modificaba, del escenario que no se encontraba, del Vicepresidente “canalla” tocando las bolillas, de lo hablado, de la payasada. Veníamos de tantas cosas, para llegar nuevamente un miércoles de noviembre a las 21:10 en el Mario Alberto Kempes.

La primavera no llegó a Córdoba, ni al país. Parece que no es tan alegre como las anteriores. Razones tiene. Pese a todo, cuando el día arranca sin querer (queriendo) se escucha a Fito Páez. Porque afuera es un día de sol y la voz de Adolfo grita “Arriba todos” y te lo presenta como “Fucking mezzogiorno de calor”. Suena el disco Circo Beat aleatorio, para que sepamos como es el escenario actual, para que siga el tema “Normal 1”. Pero no es normal escuchar a un rosarino y menos canalla, a horas del partido. Primer momento de decisión. ¿Se sigue con el cantautor o se lo saca para no llamar a las malas? La decisión es escucharlo… A lo mejor sirve para mufar.
Desde Rosario llegan dos mensajes auriazules. Uno de una hincha de Central, hincando sobre los árbitros. Otro de una bostera, que no puede viajar y sufre. Pide que se haga toda la fuerza, tiene much@s conocid@s de Central, que pueden hacerle recordar lo feo que puede ser estar en esa ciudad, si Boca no gana.

El paraíso es un lugar

Son las 18, la Plaza San Martín está repleta de xeneizes. Siempre que pasa eso, queda la confirmación de que –más allá de sus Clubes- Córdoba tiene una vena bostera muy importante. La fila que nunca deja de ser de una cuadra, profundiza eso. En la misma pasa de todo: Desde un porteño en la fila que se chamuya a una cordobesa, preguntándole si le gustaba el fernet (ya empezaba mal), hasta el señor que pide siempre plata para el bondi en la plaza. Nunca se le ha entendido nada de lo que dice. De golpe emite sonidos jamás escuchados en 9 años. “Hoy gana Boca, no van a servir ni para manija” grita. La policía también tiene protagonismo: prohíben cantar. “Estos ‘ratis’ son cualquiera” dice uno. “Zarpadamente ortivas” reafirma su amigo. Tenían razón.

Los porteños preguntan cuánto tarda el colectivo hasta el Kempes. Los 45 minutos parecen una eternidad, por eso la gente empieza a agitar. “El paraíso es un lugar” que espera medio lejos, por eso en las calles, la línea “Especial” va siendo la banda sonora de Córdoba. Pensaríamos estar en La Boca si no fuese por el “gaiina” en vez de “gashina”. O el “iá lo vé” para comenzar un cantito y saltar. A esa altura en un momento de solidaridad, pedíamos que los amortiguadores resistieran.
Entrar a la cancha es pasar entremedio de “canayas”. Pasar las vallas y esconderse la remera. Es vital que no miren. Pero están en la suya. Al entrar, el contacto es en la platea de enfrente donde está el amigo del alma, el hermano. Ese que asiente a la pregunta sobre “qué hacemos con estos caretas”. Él como uno quiere estar en la popular y más, de La Bombonera. Pero más allá de la distancia está ahí, y si bien no agarra la bandera cábala sé que por momentos estará sentado al lado.
El duelo de hinchadas es hermoso. Ellos se acuerdan de Ceballos, nosotros tratamos de poner otras cosas en la discusión. El griterío azul y amarillo recuerda algo: que vuelvan los visitantes. Franco, de Newell’s, periodista y amigo, antes de pedir que ganemos, dice: “Cubrí lo de los hinchas de Boca en el camping, fue una locura, una fiesta”. Los Bosteros de la Docta lo hicieron una vez más. Van a ser tema de charla de los bosteros de todo el país.

I can’t get no satisfaction

…Canta Fito en Lo que el viento nunca se llevó. Y la primera “no satisfacción” es ver la popular que está completa a media hora de empezar el partido. Ni el cuerpo ni el cantar disimulan. “Hoy Frida pinta el cielo desde allá” se piensa, porque estar acreditado, cerca de los rosarinos no es tan lindo. Pese a que comparten colores, no comparten el sentimiento. Entonces la gente de Boca grita y festeja más allá. Lejos donde “la maravilla del color/Las endorfinas del amor” hacen que uno mire como atontado esa postal.

La dosis justa para la resignación, fue el primer tiempo. Y para peor el segundo. Con un Sosa a pleno, siendo figura y haciendo creer que se podía empatar. Él que fue héroe contra Central en los cuartos de la Copa del 2012, ahora lo era para Central. Él fue otra mala decisión de la dirigencia al dejarlo ir. La gente cantaba y alentaba, pese a todo, como siempre. Pese al planteo, a la mala suerte, al capricho de no poner un delantero, pese a jugadores que regalaron un tiempo. La gente se puso la noche al hombro, como Tévez al equipo. Líder, como en las mejores partes del 2015. El único que entendería que nadie iba a renovar el pasaporte a Japón, como decía un viejo folleto de campaña presidencial. El único que veía y sentía a Boca como aquel boxeador de mandíbula floja. Que va a ir y va a proponer pelear, hasta tirará golpes fuertes, pero que en dos piñas queda mal parado y pierde.
La gente de Central explotando cerca del final, al igual que la realidad. Hace 19 años, vivía algo similar en la cancha de ellos, en una tribuna muy cerca de ellos. Ahora pasa algo parecido, pero se pierde y no está mi viejo cuidando las espaldas. Se dan cuenta que somos bosteros y gozan doblemente.

Al volver se buscará una dosis de consuelo cordobés, en los chistes de la radio; el abrazo del hermano; el desahogarse con el “loco” de Neuquén; el saber qué hace casi un año todo era diferente en plena carrera electoral; el sospechar; el insultar al aire, la bronca acumulada, el estar lejos de todo en el 2017 y – el recordar una parte de la canción, que nos asegura que a esto el viento tardará en llevárselo- el suspiro diciendo: “A veces… ‘preferiría amarte y no pensar’”.