En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. En esta entrega, las razones para festejar otro título…

La jornada no empezó el miércoles a la mañana, comenzó el domingo a la noche, cuando el segundo grito de gol nos ayudó un poco a estar más ansiosos. El miércoles en realidad, fue la continuación de las ganas de gritar por el torneo.

“Contame como se palpitan estas horas”, escribió Marcelo cerca del mediodía. El “no estar eufórico” a esas horas era normal. Pero a medida que fue acercándose la hora del partido, ya los nervios eran fuertes. También, la sensación de que se iba a sufrir. Sobre todo, cuando no se encuentra la bandera cábala, con la que uno se siente medio desnudo si no la tiene.

El beso a la hija para pedirle que -a sus seis meses y sin entender- hiciera fuerzas. La llamada con el viejo, y preguntarle si ya había empezado. Una cábala por más pelotuda que parezca se debe cumplir, y entrar al bar cuando estaba el partido en el tercer minuto era fundamental. El grito del gol, los nervios del empate, la explosión del segundo y el cagazo de un tiro que se desvió y se metió como una puñalada. El cantar más fuerte en ese momento, como manda la primera página de nuestro Documento de Identidad. La emoción del final y cuando íbamos al festejo, la voz ronca y entrecortada para decir: “Viejo, el próximo título lo festejo con vos” y pensar en Roma, en esa continuidad que uno busca, para que entienda una de cosas más fuertes de la vida.

El mirar el cielo, que amagaba a mojarnos, pero aguantó para que disfrutáramos. El recordar a los tres hermanos cómplices y el enviarle un mensaje a Marcelo, de que era cierto lo que le había dicho a la mañana. Que teníamos que festejar. Por varias razones…

Carnaval toda la vida…

No solamente festejamos el Bicampeonato y encima de torneos largos, también los más de 500 días de estar punteros. Pero hay más. Porque no es solamente que se le haya quemado el asado al “Morro” García o los “memes” a los hinchas de internet. Festejamos la ventaja inicial y el mantener la punta; el luchar todos hasta el último minuto donde ganamos varios partidos; el aguantar a los que venían de abajo -siempre de abajo-; el desahogo de los últimos días; por partidos con reveses en un torneo donde solo se ganó un clásico -frente a los quejosos del VAR-, donde los lamentos por la “AFA bostra” mermaron cuando la Asociación no veía jugadas en contra nuestra.

Porque nos sacamos de encima un semestre fulero. Festejamos frente a las lesiones inoportunas y a los regresos sin brillo. A las malas vibras de quienes querían vernos claudicar. A los errores técnicos, a los golpes post febrero. 

Festejamos por toda la gente que llenó la Bombonera, y los que se reunieron en cada punto para cantar lo mismo. Los que sufrieron frente a un televisor, o una radio. Festejamos por los nervios de esos 90 minutos, que parecieron 900. Por el sentirnos con el corazón en la boca, con el alma en la mano. 

Festejamos porque es la mejor manera de recordar a “La Raulito”, de quien se cumplieron diez años de su muerte. Ella también nos guió. Festejamos frente a los que quisieron decirnos qué festejar y cómo hacerlo. Los mismos que ahora ningunean torneos que antes festejaban con autobombas, los que fueron al Obelisco por un ascenso. 

Festejamos porque hay que poner todas las energías para dentro de 7 días. Pero también porque nos aseguramos estar en la Copa Libertadores. Para que ese sufrimiento continental se experimente. Porque hay pocas cosas como esas, que nos llenan tanto.

Festejamos frente a los que instalaron “la guardia alta”, los que lloraron sin descansar, logrando el objetivo. Porque le ganamos en esta semana a nuestro principal rival, a nosotros mismos. Pero también porque están los que nos robaron la esencia, los que se quieren apropiar de la pertenencia, los que no saben de historia, los que quieren instalar modas. Los hinchas de colores fluors, de ilusiones hechas marketing, de pasiones en souvenirs. Frente a eso festejamos, porque todavía estamos los que resistimos. Los que entendemos que Boca es más que un Club de un deporte, más que un partido, más que un torneo. Y ese es nuestro mejor logro.

Festejamos los abrazos que tuvimos con el de al lado, la cara desencajada y el corazón saltando. Festejamos la memoria de los que no están y nos inculcaron este amor; y por aquellos que pese a la distancia está codo a codo, saltando en el living de una casa, como si estuvieran en la popular. Festejamos ser el mejor de Argentina y saber que no nos conformamos con eso. 

Festejamos el recuerdo del viejo, las preguntas de la vieja por lo que se estaba jugando en La Plata, la preocupación de la pareja, la transmisión a los hijos. Festejamos la memoria y levantar bien alto el nombre de Boca. Festejamos el no importarnos la lluvia, total nos mojamos mientras lloramos. De tristeza o felicidad. Lo primero puede ser por resultados, lo segundo por el “siempre”. Por el día a día, sintiendo estos colores. Por los fundadores y los que les siguieron. Por los techos de los conventillos, desde donde se ven 67 estrellas que iluminan y mucho.

Festejamos ser el pueblo, festejamos la herencia, la gloria, sentir sin límites, ser reconocidos acá y en el mundo. Haber salido de un barrio y volver para hacerlo mundial. Porque salió un informe de las recaudaciones de 100 años y Boca siempre está primero y más cuando no le fue bien. Festejamos el abrazo desprejuiciado, el igualarnos en el nombre de Boca, el mirarnos a los ojos y entendernos, pese a todo. Festejamos ser millones en la espalda de cada uno. Festejamos ser nosotros. Con todo lo que eso implica: El carnaval frente a la muerte amarga. 

Como me escribió “Paulita”, bien entrada la noche del 9 de mayo: “Festejamos porque sin Boca seríamos parte de lo simple, de los cotidianos, de los “común”. Festejamos porque jugársela por BOCA libera, y de qué manera. Festejamos porque ser bostero es un estilo de vida, eterno, incondicional y difícil. Festejamos porque somos felices de ser eso que todos critican pero que todos envidian.  Boca te sacude el alma, por eso festejamos”. Festejamos por hinchas como ella. Por los que entregan la sangre y el cuerpo, los que llevan a Boca en la piel, más allá de las recaudadoras remeras. Festejamos por el mañana y la historia. Por un camino de logros en estos últimos 20 años, pero recordando cuando estábamos mal, pero allí también festejábamos. 

Festejamos. Festejemos. Hay que festejar. Porque en los últimos 10 minutos del partido de miércoles por la noche, envejecimos varios años. Pero cuando el árbitro pitó el final, pudimos balancear rejuveneciendo. Porque en ese instante Boca nos dió una dosis más de vida. ¿Por qué festejamos? Porque sabemos que -pese a todo y pase lo que pase-, como decía una bandera en el bar de Córdoba, a lo Boca se vive mejor.

 

¡Salud Bi – Campeones!