Boca volvió a desperdiciar una importante chance para prenderse en la pelea del torneo. El equipo de Battaglia cayó 2-0 ante Vélez en Liniers y sin dudas la derrota fue un golpe durísimo. Más allá de lo que significa la caída, la forma en la que se dio sin dudas deja una incógnita enorme de cara a lo que viene: Boca no pateó al arco y el equipo pareció no competir en ningún momento del partido.

A continuación, las tres claves que explican la derrota:

Planteo inicial: “Equipo que gana, no se toca”, dice el refrán. Boca venía jugando grandes partidos con el 4-3-1-2. El esquema sacaba la mejor versión de los distintos intérpretes y la “máquina andaba”. Sin embargo, Sebastián Battaglia decidió parar en cancha un 4-4-2, con la inclusión de Rodrigo Montes (de mal partido) de volante por derecha y con Juan Ramírez pegado a la ralla izquierda. El equipo no solo no se defendió bien (la apuesta de Battaglia), sino que tampoco generó situaciones de gol.

Cambios errados y/o tardíos: El único cambio que se fundamentó desde la lógica fue el ingreso de Eros Mancuso por el lesionado Marcelo Weigandt (se lastimó el hombro derecho y se espera parte oficial). Después, más allá del mal ingreso de Briasco, no se entendió por qué el DT decidió sacar a Cristian Pavón cuando apenas transcurrían unos minutos del primer tiempo y Boca debía ir a buscar el resultado. Exequiel Zeballos, la carta que tenía en el banco, recién ingresó a los 40 minutos del segundo tiempo por Rodrigo Montes, quien sufrió el partido y estuvo demasiado tiempo en la cancha.

Mentalidad y bajos rendimientos individuales: Boca fue superado por Vélez de principio a fin. Las actuaciones individuales fueron bajísimas y el equipo se mostró nervioso y superado en todo momento. Lo que generó que se erren pases fáciles y que en ningún momento los de Battaglia tengan la serenidad para mostrar el fútbol que supieron mostrar en partidos anteriores. El 2-0 terminó de cerrar un partido que hace rato parecía definido, aunque el marcador dejaba una mínima luz de esperanza.