Después de un verano prometedor, los simpatizantes Xeneizes idealizaban otro presente. Hoy en día el sueño de ser campeón es una utopía.

Tres partidos ganados y uno empatado, incluyendo la victoria en uno de los superclásicos, ocho goles a favor y tan solo uno en contra.Encima, el equipo terminó la pretemporada sin lesionados y para el inicio del campeonato contaba con el regreso de Riquelme y Battaglia y la estelar aparición del hombre del verano: Walter Erviti. Todo a pedir de Boca y de sus hinchas.

El fervor de la gente se sentía en las calles, en los bares, en los trabajos y hacía eco en las encuestas de todas las páginas web habidas y por haber. El conjunto de Falcioni era un serio candidato a quedarse con este Clausura porque contaba, palabras más palabras menos, con el mejor plantel de todos.

La primera fecha vino acompañada del primer mazazo y en propia casa ante Godoy Cruz. La gente, que se había preparado para ver en vivo y en directo a la máquina del verano, terminó yéndose a la casa con un dolor de cabeza terrible. El vino mendocino hizo estragos en cada uno de los Xeneizes.

Con las heridas abiertas y la revancha a flor de piel, los hinchas no se achicaron ante el primer golpe y vieron el clásico ante Racing como una gran chance para demostrar que el equipo de sus amores estaba para cosas grandes. La lucidez de García y la oportuna aparición de Mouche eclipsaron el mal rendimiento del equipo y tres puntos para casa. Panza llena, corazón contento.

La mayoría de los simpatizantes de Boca esperaba por el regreso de Román ante All Boys, pero eso no ocurrió. Falcioni optó por otros once y la gente le hizo sentir su disconformidad en La Bombonera antes, durante y después del partido. Encima, como el resultado no acompañó, la gente adjudicó el empate a la falta del enganche y se opuso totalmente a la decisión entrenador, que se fue bañado en insultos.

El choque ante un Vélez devaluado, que ya había jugado por la Copa entre semana, sumado a los buenos recuerdos del último enfrentamiento, sembraba buenas esperanzas en el corazón del hincha de Boca. El cabezazo de Ortiz volvió a tirar todo por la borda.

Similar situación se vivió ante San Lorenzo. Aunque en la previa los Xeneizes podían esperar otro panorama con el regreso del mediocampo del verano, el rendimiento y el resultado estuvieron lejos de ser los deseados. Algunos simpatizantes comenzaron a pedir la cabeza de Falcioni; otros, la vuelta de Riquelme.

El regreso del diez era un factor motivacional importante y se produjo ante Olimpo. Igualmente, el hincha volvió a ver a un equipo tibio, en el que Román resaltó sin tener un partido consagratorio. Nuevamente cayó de local ante un rival que pelea por mantener la categoría.

La derrota del domingo hartó al hincha, que se cansó de ver que varios jugadores no entregan lo suficiente, que sienten el peso de la camiseta aunque no quieran admitirlo, que son actores secundarios del partido y sólo lo miran desde cerca.

La gente dijo basta y explotó: “Con la camiseta de Boca matar o morir”. El equipo se despidió de La Bombonera con el repudio de cincuenta mil almas que se merecen más de lo que están viendo actualmente.

El hincha siente bronca y malestar por este momento. Viaja a todos los estadios con la esperanza de ver la reacción del equipo, pero no se lleva más que decepciones, que hacen que las horas de regreso a su hogar sean más largas aún. La semana no arranca igual sabiendo que Boca no ganó el fin de semana, todo Xeneize lo sabe.

Con el paso de las fechas, la ilusión del campeonato se aleja aún más y lo que se acerca es el fondo de la tabla, más teniendo en cuenta que los jugadores no encuentran respuesta para este presente. En poco más de un mes, Boca cometió todos los errores habidos y por haber y pasó de ser el equipo sensación a uno más del montón, al que todos se animan a vencer.

Acostumbrado a ver en cancha a un conjunto que no se guarda nada y tiene hambre de gloria, al Bostero le duele este presente. Como este equipo no muestra respuestas futbolísticas como para ilusionarse, el hincha debe aferrarse a la pasión inexplicable que genera llevar estos colores en la sangre.

El elenco de Falcioni está en deuda con su gente, que se merece una alegría inmediata. A ver los jugadores si pueden oír…