Argentina perdía por una grave desatención de Banega, pero apareció Agüero y decretó el angustioso 1-1 final. Pálida imagen del elenco albiceleste en el debut en la Copa América.

Señora, señor, sí, está viendo bien. Deje de frotarse los ojos. No siga cambiando de dial en la radio, la información está bien. El encuentro terminó igualado y pudo ser aún peor si Marcelo Martins hubiese terminado exitosamente el mano a mano que tuvo ante Sergio Romero, cuando el resultado ya era adverso para el seleccionado local.

Como anticipamos en la previa, no iba a ser un cotejo sencillo, por más que en individualidades los dirigidos por Sergio Batista tenían mucho mejores individualidades que su modesto rival. Ya no se ganan partidos con los nombres ni con la camiseta.

Argentina tuvo mayor tenencia del balón, es cierto, pero no pudo trasladar esa superioridad al marcador. Bolivia lo dejó jugar hasta la mitad de la cancha y, desde ahí, ejerció una presión constante en todos los sectores del campo, manteniendo una marca doble o triple sobre el poseedor de la pelota.

Igualmente, el conjunto celeste y blanco tuvo tres oportunidades claras para abrir el marcador en la etapa inicial, aprovechando las espaldas de los defensores rivales, pero la puntada final no fue lo suficientemente precisa. Fallaron Ezequiel Lavezzi, Carlos Tevez y Esteban Cambiasso.

Durante los primeros 45 minutos, el mejor socio de Lionel Messi, que debió bajar demasiado para hacerse dueño de la pelota, fue Ever Banega. Justamente el ex Boca participó de la jugada más desafortunada del encuentro.

Ni bien había comenzado el complemento, tras un taco de Edivaldo Rojas a la salida de un córner, el volante argentino quiso parar la pelota en el primer palo y ésta se le terminó escurriendo por debajo de la suela e ingresando al arco. Sorpresa total. El frío se hizo sentir más que nunca en el Estadio Ciudad de La Plata.

Dos minutos más tarde, Cuando Martins se dispuso a encarar mano a mano a Romero, la cancha se paralizó. Chiquito se hizo más grande que nunca y con un manotazo salvador se encargó de salvar la segunda caída de su arco. Argentina seguía con vida.

Batista dispuso los ingresos de Sergio Agüero y Ángel Di María con la idea de encontrar mayor movilidad y generación de juego. Justamente el del Real Madrid lanzó un buen cambio de frente, mejor aún fue la asistencia de pecho de Nicolás Burdisso, que se la durmió al Kun para que éste marque la igualdad con una magistral volea. Sencillamente, un gol de otro partido.

El resto del partido se desarrolló de forma similar al arranque del mismo: Bolivia, replegado y apostando a los contraataques, mientras que Argentina fue en búsqueda del triunfo, pero sin tener ideas claras de cómo hacerlo.

La muestra de fútbol del elenco albiceleste fue pálida y pobre. Se esperaba más de este equipo que tiene un potencial mucho mayor al exhibido en este cotejo. Hubo imprecisiones por abajo, abuso del individualismo y sorpresivas limitaciones en jugadores de nivel.

Messi, el ancho de espadas del equipo, debió retroceder hasta la mitad de la cancha o aún más para arrancar la jugada, quedando así totalmente alejado de los hombres de punta. Su hábitat natural, en donde marca la diferencia, es en las cercanías del área rival y no la propia.

Muchas cosas por rever y mejorar de cara a lo que será el segundo compromiso de Argentina, el próximo miércoles ante Colombia, en Santa Fe. La Selección tiene la revancha a la vuelta de la esquina y deberá aprovecharla para no sufrir otro batacazo en casa ante el elenco cafetero.