Boca le ganó a Arsenal 4-0 con muchísima justicia. Palermo hizo dos
(pase de Riquelme en el primero, para los que dicen tonterías) y se convirtió en el máximo goleador de la historia del más grande. Román y Chávez completaron la goleada.

Boca fue otro equipo. Jugó bien, fue un equipo sólido en defensa y mortífero en ataque, lo que le posibilitó mejorar considerablemente su imagen.

Empezó muy bien, tratando de llevárselo por delante a un Arsenal que jamás salió de su campo. Movió la pelota con criterio, generó chances fácilmente y a los siete minutos Martín Palermo ya había tenido tres ocasiones, dos de cabeza, pero el 219 no llegaba.

Hasta que a los nueve minutos, pared de Juan Román Riquelme con Nicolás Gaitán, el diez quedó mano a mano con Cristian Campestrini listo para definir, pero eligió dársela al Titán que con el arco vacío puso las cosas 1-0. Hizo historia, superó a Roberto Cherro y ya no hay récord que le quede por romper.

El nivel Xeneize no bajó en los minutos siguientes y sobre los once, Román la abrió hacia derecha, Gaitán remató, el portero dio rebote y Cristian Chávez puso las cosas 2-0.

Esto le dio tranquilidad al cuadro azul y oro para manejar el partido a placer, pudo hacer algún gol más pero falló en la definición. No sufrió en el fondo y nunca se desesperó.

El segundo tiempo siguió de la misma forma. Con Riquelme como conductor y eje Boca continúo monopolizando con criterio y seguir siendo, al igual que en la parte inicial, un equipo con todas las letras que no dependía de individualidades.

A los dos minutos le llegó el turno de convertir al enganche. Dejó un defensor en el camino y la clavó en un lugar imposible para Campestrini.

Boca se floreó, hizo lo que quiso y Arsenal nunca se animó a salir. Cada ataque Xeneize parecía gol. Iban 17 cuando Gaitán quedó solo ante el arquero y en vez de definir él, le sirvió en bandeja el 220 a Martín.

Luego nada importante sucedió. El triunfo boquense jamás peligró y así el hincha se llevó una gran alegría. Porque en el debut de Pompei se vio otra actitud, otro juego y otro compromiso. Y porque además, Palermo batió el último récord que le quedaba. Hoy más que nunca la figura fue el equipo y pocas veces ocurrió eso en el último año.