Pasó por el club hace unos años y reconoció que se extraña esa exigencia.


Al culminar más de 15 años como futbolista profesional, Rodolfo Arruabarrena inició su camino como entrenador al igual que muchísimos exjugadores. Su trayectoria comenzó en el 2011, y tras su paso por Tigre y Nacional de Uruguay, llegó el turno de sentarse en el banco de suplentes de Boca.

Dentro de aquel cuerpo técnico se encontraba Diego Markic, con pasado en Argentinos Juniors y Colón de Santa Fe, ocupando el cargo de ayudante de campo. Después de la partida del Xeneize, el exvolante continuó acompañando al “Vasco” en sus experiencias por Emiratos Árabes y Qatar.

Actualmente, se encuentran en Pyramids FC, equipo que milita la primera división egipcia y a casi cinco años de su experiencia por el “Xeneize”, Markic dialogó con Infobae y recordó aquellos tiempos por el club de la Ribera.

En dicha entrevista hizo un repaso de su etapa por Boca y recalcó la exigencia que conlleva una institución de gran magnitud:

“Boca es lo más lindo, lo que más disfrutás y lo que más sufrís. Tiene un alto grado de exposición para lo bueno y lo malo. Es desgastante. Lo del gas pimienta quedará en la historia del fútbol pero nosotros lo sufrimos, fuimos víctimas de eso. Es lo que nos tocó y lamentablemente quedamos marcados por un hecho en el que no teníamos nada que ver. Obvio, los jugadores de River también. Todos los que estuvimos en el campo de juego fuimos víctimas. Ganar después el campeonato fue un mimo al alma. Es difícil encontrar motivación desde lo futbolístico después de Boca, sobre todo en Argentina”.

Ya han pasado varios años desde la última experiencia por Argentina y pese a esto, no ve factible un regreso cercano al fútbol sudamericano:

“No lo veo, tuvimos muchas propuestas de allá. Competir en lo económico es imposible porque en Medio Oriente se les cae el petróleo de los bolsillos. Y no lo veo por esto, porque aprendimos a vivir el fútbol de otra manera y Sudamérica está lejos. No cierro las puertas porque nunca se sabe. Se extraña la adrenalina y en algún momento quizás arrancás de vuelta, pero hoy no lo veo. Quizás lo veo más en Europa o Estados Unidos, en donde estaríamos más cerca de esto. El Vasco se hizo un gran nombre acá y tuvimos alguna posibilidad de selección, algo que a mí me llama mucho la atención”.

Retornando a su pasado por el conjunto azul y oro, prosiguió:

“Boca nos llegó jóvenes porque teníamos tres años dirigiendo nada más. Fue bravo porque llegamos después de Bianchi, que para todos nosotros es Dios, y con el equipo sin salir campeón hacía cuatro años. El primer objetivo fue apuntalar al grupo. Teníamos buenos líderes con diferentes características. El Cata Díaz era capitán y no hablaba tanto pero, cuando lo hacía, se lo escuchaba. Fernando Gago, Dani Osvaldo y más tarde Carlitos (Tevez), que fue un salto más. También estaban Pichi Erbes y Pocho Insúa para aportar alegría. En Boca cuando ganás sos el mejor y te saludan todos; cuando perdés sos el peor y no te saluda más nadie. No hay término medio”.

Además, puntualizó sobre el liderazgo de aquel plantel que contó con varios referentes y resaltó:

“Se puede ser líder en muchos casos. No creo que 30 sigan a uno. Se es líder con el ejemplo, con la alegría en malos momentos, al ser escuchado cuando se habla… Todas esas características no las tiene una persona sola. Siempre cuento y rescato una actitud que habla de liderazgo. Con Fernando Gago charlábamos mucho e hice muy buena relación. Después de perder un partido me dice ‘Diego, decile al Vasco que si quiere nos cague a pedos, pero que arranque por mí, así los chicos no van a decir nada cuando vean que empieza conmigo’. Eso habla de una actitud de líder positivo”.

En relación a los referentes del plantel, en ese grupo se encontraba Daniel Osvaldo y brindó algunos detalles sobre la convivencia con el ex Porto y Juventus:

“A Dani lo tenés que entender. Es un personaje dentro del fútbol. Él capaz iba a un recital después de perder un partido y acá te quieren matar, pero en Europa te dejan hacer tu vida. Y él venía con la cabeza de allá. Obvio que consensuás algunas cosas, lo aconsejás, le decís “esto sí, esto no”. Nunca había jugado en Argentina y tuvo un impacto mediático tremendo que pagó caro. Se encontró con un mundo difícil. Con nosotros tuvo actitudes que no sé si algún otro tuvo: en uno de nuestros últimos partidos, cuando estábamos en la cuerda floja, jugó con un dedo fracturado. Nos bancó siempre, hasta se peleó con gente por defendernos porque sabía muchas cosas que pasaban. Con sus excentricidades, es un pibe leal, eso es lo más importante. Saber que no te la van a poner de atrás, algo que en el fútbol se da mucho. Dani fue el mejor profesional que conocí en mi vida”.