Ya en el primer encuentro se vio la mano del entrenador: un equipo ordenado que juega al ras del piso, con pases cortos y cuidando la pelota. El Boca del Bichi está en marcha.

¿Quién hubiera dicho unos meses atrás que el conjunto Xeneize iba a jugar con línea de tres en el fondo? Y más aún… ¿Quién se hubiera arriesgado a vaticinar que el arco del arquero boquense iba a terminar en cero jugando en Brasil? La verdad, nadie.

El equipo de La Ribera venía de ser el más goleado del torneo pasado, con 35 goles en contra, y su línea defensiva, la más criticada. Llegó Borghi y, con otros jugadores, cambió el esquema. En su primera prueba de riesgo, apenas con unos días de trabajo, ya se vieron los frutos.

Cellay gritando como cacique frente a su tribu ordenaba la defensa y Muñoz e Insaurralde obedecían a la perfección, como si se conocieran desde hace ya unos años. Boca pudo tirar un achique y dejar en offside a su rival sin que ninguno de sus hombres quede “enganchado” en la trampa. ¡Vaya noticia!

Desde el arranque del partido, los jugadores Xeneizes se preocuparon por tener la pelota y hacerla circular por el campo de juego sin regalarla. Esa “bajada de línea” venía desde el banco, más específicamente, del selecto paladar del  “Bichi”, amante del buen juego.

Así, el primer tiempo fue ampliamente favorable a Boca, que dominó a piacere los tiempos del mismo, con un Cañete desequilibrante. Borghi no mata al enganche, sino todo lo contrario, muere por tenerlo. Por eso, ya sea el juvenil debutante o el experimentado Juan Román Riquelme, alguien debe cumplir esa función.

En el complemento el equipo perdió la pelota, pero no la calma ni el orden. Era sabido que el conjunto brasileño iba a salir a buscar el descuento rápidamente y el equipo Xeneize debía resistir esa ráfaga.

Cierto es que quedan varias cosas por pulir, como el trabajo fundamental de los carrileros, pero también hay que tener en cuenta que a este equipo le faltan varias piezas importantes. Lo que vale la pena destacar, más allá de los nombres específicos, es que Boca recuperó su identidad de juego de la mano de Borghi.

El primer resultado positivo se vio en el Palestra Italia ante Palmeiras, pero recién es el comienzo imperfecto de lo que esperemos que sea un futuro perfecto. Las siguientes pruebas serán en Oceanía, aunque todos sabemos (y el Bichi más que nadie) que el objetivo final es uno solo: el Apertura 2010.