Boca sufre en el segundo tiempo: en los últimos dos encuentros el equipo de Falcioni no generó chances  de gol y mostró fallas en el funcionamiento colectivo.

Sucedió en los últimos dos partidos. En el primer tiempo frente a Independiente, parecía que Boca podía ‘liquidarlo’ psicológicamente. Boca se cansó de desperdiciar situaciones concretas de gol y parecía una victoria segura. En la segunda etapa y con Juan Román Riquelme en cancha, el equipo dejó atacar a Independiente y sufrió más de un sobresalto. El entrenador Xeneize reemplazó al enganche y formó una línea de cuatro mediocampistas con el fin de tener mayor dominio del balón. El plan no funcionó: el equipo se ‘desvaneció’ y terminó lamentando el empate.

Los goles de Palermo y de Riquelme generaban cierta tranquilidad en el banco Xeneize. El equipo no brilló aunque supo aprovechar las situaciones de gol que generó. En defensa no había trabajo: Argentinos no hizo mucho para descontar y tanto Caruzzo como Insaurralde estaban firmes. En el segundo tiempo ya sin un generador de juego como lo es Riquelme, innecesariamente el equipo se tiró atrás. Los dirigidos por Troglio, con más ganas que fútbol, intentaron emparejar la balanza aunque no lo lograron.