Araujo ingresó por la lesión de Viatri, cumplió con lo que le pidió Pompei y fue el gran protagonista de la noche en la Bombonera.

Sergio Araujo no había tenido en Primera grandes posibilidades de demostrar todo lo bien que hablaban de él quienes más lo conocían. Anoche, el pibe por primera vez tuvo varios minutos y confirmó que tiene un gran potencial.

Ingresó cerca de los 20 minutos, por una circunstancia desafortunada: la lesión de Lucas Viatri. Roberto Pompei lo eligió antes que a Pablo Mouche y le dijo expresamente: “Quiero tu gol”. Al chico, parece, le enseñaron que hay que hacerle caso a los grandes. Porque sobre los 25 de la parte inicial, robó una pelota en la salida de Arsenal, se metió en el área y sacó un remate impecable que dejó sin chances a Cristian Campestrini.

Ese gol fue clave, no sólo por ser el 1-0 sino también porque rompió el esquema del rival, que hasta entonces tenía un orden imperturbable en el que Boca no podía encontrar huecos. Desde entonces el Xeneize los empezó a encontrar y Araujo tuvo mucho que ver. Se convirtió en alternativa por los costados, fue una gran posibilidad de descarga para Cristian Chávez, aportó desbordes picantes y centros precisos.

También se dio su tiempo para romper el molde y aparecer en posición de nueve. De hecho, dos veces estuvo cerca de convertir su segundo gol y también el segundo del equipo. Primero, le quedó un balón en el área que él transformó en tiro al arco pero fue a donde estaba el portero; después, un perfecto pase entre líneas de Matías Giménez lo dejó solo frente a Campestrini, Araujo definió bien, pero le faltó un poquito de dirección y se fue al lado del poste izquierdo del arquero.

Habrá que llevarlo despacio, porque aún es chico, pero Sergio Araujo ayer dejó claro que quiere ganarse su lugar. Y tiene con qué.