Una vez concluido el último ciclo de Carlos Bianchi, el banco de suplentes azul y oro fue ocupado por otra cara conocida por el club. A mediados de 2014, Rodolfo Arruabarrena se convirtió en el sucesor del “Virrey”, siendo el primer exjugador de aquella gloriosa camada, en retornar a Boca como DT.

Con dos títulos locales bajo el brazo, el “Vasco” le puso fin a esta etapa a comienzos de 2016, para darle lugar a otras experiencias en exóticas ligas. Durante los últimos años, el exdefensor amplió su currículum con sus pasos por el fútbol de Qatar, Emiratos Árabes y Egipto.

A sus 46 años y a la espera de un nuevo destino, tuvo un mano a mano en exclusiva con “La Nación”. Dentro de esa charla, no solo analizó el rol que ocupan sus excompañeros en la institución como Sebastián Battaglia y Juan Román Riquelme. También rememoró sus vivencias como entrenador azul y oro:

“Hubo cosas extradeportivas ante las que, en algunos casos, tendría que haber sido menos duro, y en otras, más duro. Pero bueno, eso te lo da la experiencia. Estuve en charlas en las que intentaron hacerme cambiar de opinión en algunas cosas, y yo soy de enojarme, de putear y de levantar la voz, pero dentro de cuatro paredes. No me gusta gesticular en público ni en el banco, ahí soy bastante tranquilo, aunque la procesión siempre va por dentro. Cuanto hasta 100, o hasta mil, y también necesitás de un staff que no te diga siempre que sí… En algunos casos me he peleado con algún jugador, pero por suerte no ha llegado a los diarios”.

Además de no descartar un regreso al club de la Ribera y resaltar su sentido de pertenencia,  refrescó otros momentos de su pasado:

“El pasado lo dejo atrás. Una vez que dejé el fútbol, habré jugado… tres veces más. Me gusta entrenar, estar con los jugadores, pero jugar, ya no. Nunca más me volví a ver como jugador. Tengo dos espinas: la semifinal de la Champions con Villarreal ante Arsenal, y el triangular con Tigre. Después, miro para adelante y hago autocrítica”.