En el último partido de la gira, Boca Juniors volvió a cometer errores defensivos infantiles y PSG sacó provecho de ello. Ojo, en una semana arranca el Apertura.

Si bien se trata de una gira amistosa, no es cuestión de perder prestigio por el mundo así porque sí. En su tercer partido por Europa, el Xeneize volvió a pecar de inocente y se complicó el partido solo.

La mala salida de Orión en el primer tanto del elenco francés y el descuido defensivo que permitió ingresar sin marca a Hoarau en el segundo gol son acciones que no pueden volver a repetirse dentro de siete días, cuando Boca visite a Olimpo en Bahía Blanca.

En este partido, la zaga central estuvo compuesta por Matías Caruzzo y Gastón Sauro y se vieron tantas fragilidades como cuando habían jugado Rolando Schiavi y Juan Manuel Insaurralde. Está claro que no es un tema de nombres. Hay que trabajar y mucho en defensa porque cada uno de los errores se pagan muy caro en el arco propio, más teniendo en cuenta la poca seguridad que brinda hoy en día Agustín Orión.

Por contraposición, lo mejor se vio en el cuarteto de ataque, conformado por Nicolás Colazo, Cristian Chávez, Pablo Mouche y Sergio Araujo. Fueron los primeros que comenzaron con la presión al rival poco antes de la mitad de la cancha, más que nada en el segundo tiempo.

El delantero pretendido por el Barcelona dispuso de la chance más clara para convertir, tras recibir un gran pase de “Pochi”, pero una buena respuesta del arquero Areola le ahogó el grito. El más movedizo de todos fue Mouche, que se volcó por ambos costados y creó problemas constantemente a la defensa del elenco francés. A la hora de rematar al arco no estuvo muy fino, al igual que el resto de sus compañeros.

La manija del equipo, aunque intermitente, fue Chávez, que intentó jugar y hacer jugar a todos. Aguantó bien la marca de espaldas y encaró bastante, pero le faltó profundidad en el último pase.

Flojo en defensa, esperanzador en ataque. Esa fue la imagen que dejó el Xeneize en su último cotejo de la gira. Son muchas más las dudas que las certezas en un equipo que parece no encontrar rumbo cuando no tiene a un Riquelme inspirado.

El 0-3 ante PSG fue el último aviso. Contra Olimpo ya es por los puntos y no hay más margen de error. La alarma está encendida y, aunque no lo admita públicamente, Falcioni lo sabe. ¡A despertarse, Boca!