La gira por Europa deja muchos puntos por mejorar, sobretodo defensivamente, de cara al comienzo del Apertura.

Distintos jugadores, mismos problemas. En Boca, las caras nuevas no pueden solucionar viejos vicios del equipo. La defensa sigue siendo el punto débil de un conjunto que por momentos ataca bien, y en otros parece no tener ideas.

Agustín Orión comenzó un poco flojo su mando bajo los tres palos de Boca. En el primer partido se lo vio nervioso por el debut y muy predecible en los penales. Tomó confianza y mejoró para el segundo amistoso, en el que no contó con la ayuda de la línea defensiva. Fue responsable del primer gol del tercer encuentro, con una mala salida en el córner. Su tarea general dejó mucho que desear.

Ofensivamente se vieron los puntos más altos. Riquelme, el mejor jugador de la pretemporada, fue una vez más el líder y conductor de los avances del Xeneize: jugó e hizo jugar. También respondieron Viatri, Mouche y el recién llegado Cvitanich, con un gol cada uno. Si bien no brilló, Boca tuvo momentos de buen funcionamiento a la hora de buscar el gol. Los defectos se vieron en el partido ante el París Saint Germain, sin el capitán, donde en algunos tramos el equipo era titubeante para cerrar cada jugada. Chávez figura como el reemplazante natural de Román, debido a las flojas actuaciones de Erviti y Gracián, quien terminó lesionado en el codo.

La defensa fue pareja, pero para mal: ante Espanyol no pudieron frenar a Osvaldo, verdugo del Xeneize; dejaron avanzar mucho al Arsenal, que en el primer tiempo pudo liquidar la historia pero no lo hizo; y mostraron flaqueza en el juego aéreo ante el PSG.

Tras la gira, Boca vuelve a Buenos Aires para ponerse a punto de cara al comienzo del Apertura. Es tarea de Julio César Falcioni tratar de corregir esos errores para que no ocurran en el arranque ante Olimpo en Bahía Blanca.