El dolor de la eliminación será pasajero, el sentimiento por Boca es eterno. Unas simples líneas que reflejan el orgullo de llevar estos dos colores en el corazón. Me duele. Te duele. Nos duele. Sí, todos los que sentimos algo por Boca tenemos esa molestia en el corazón, que ni siquiera deja reírnos aunque sea por un minuto. Es que así vivimos los clásicos. Porque este no es cualquier partido, es un clásico. ¡Un Superclásico! Y además, tenemos bien en claro que el de ayer no fue uno más. Fue tan especial como el de 1994, el del 2000 y el del 2004. Pero creo que el principal dolor pasa por saber que no lo ganó River sino que lo perdió Boca. Damos vueltas en la cama, en la calle, en el laburo y no dejamos de pensar en ese fatídico penal. También recordamos las otras oportunidades desperdiciadas y no lo podemos creer. Los que entienden de fútbol dicen que a los equipos que están de racha no los podés perdonar. Y Boca lo hizo. Le dio vida al “Millonario”, que atacó poco y nada, pero fue eficáz. Sin embargo, comparto la sensación que tuve hoy al despertar. Ese orgullo de saber que estás de este lado de la vereda es inexplicable e incomparable. Hacé memoria y pensá en lo que consiguió el club durante estos 15 años. No te alcanzan los dedos de las manos para contar los títulos: Campeonatos locales, Copas Libertadores, Copas Interncotinentales, Sudamericanas, Recopas y más. Además, recordá que este club no es sólo un puñado de trofeos. Boca es tradición, barrio y pueblo. Allí, en La República de La Boca es donde vive La Bombonera, el único estadio del mundo que late y gana partidos. Sí, todo eso envuelve a Boca, que en 109 años de vida nunca manchó su historia. Por eso, pese a que hoy sea un día triste (quizá el más horrible de los últimos años) hay que levantar la cabeza, salir a la calle, ponerse la camiseta y lucir con hidalguía estos dos colores que llevamos desde la cuna. No será fácil, la cicatriz tardará en cerrarse pero como dice la popular canción: “Las buenas ya van a venir”. Y ahí estaremos para festejar, abrazarnos, volver a sonreír y darle gracias a Dios de poder llevar esta inoxidable pasión el alma. “Yo soy de Boca señor, cantemos todos con alegría, aunque no salgas campeón, el sentimiento no se termina”.]]>