El Xeneize mostró su chapa copera y barrió a River. Reviví dos momentos inolvidables de aquella jornada.

El gol de Lucho González que igualó la serie, la expulsión de Vargas que complicó las cosas, el zurdazo de Carlitos que le dio vida a Boca, el empate agónico de Nasuti, los penales y la aparición del Pato Abbondanzieri. Pese a haberlo visto cientos de veces, nunca nos cansamos de repetir la película en nuestras cabezas.

Pero hay dos momentos que marcaron a fuego lo que fue esa semifinal del 2004. Primero, la picardía de Guillermo Barros Schelotto para sacar de quicio a todo el banco de suplentes Millonario. “Ese señor que no se cómo se llama me está insultando”, la frase que se repetirá por los siglos de los siglos.

Y luego, la viveza de Carlos Bianchi para impedir que los locales inclinen la cancha a su favor y se “metan” en el bolsillo a la Coneja Baldassi, el árbitro de aquel choque. “Que no empiecen a llorar”, dijo el Virrey.

El gol de Carlitos: